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Editorial

El rediseño de la ciudad de Cádiz

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l Pleno Municipal de Cádiz dio ayer luz verde a uno de los mayores y más trascendentes trámites que pueda poner en marcha un Ayuntamiento. Con la aprobación inicial del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), la ciudad trata de rediseñarse y cambiar para adaptarse a las exigencias inminentes, que son mayores que nunca según todas las previsiones económicas. Por el tamaño de ese reto, resulta sorprendente la frialdad y la ausencia de público que acompañó la sesión. A menudo, los debates municipales en la capital gaditana se han cargado de tensión innecesaria, cuando eran de un calado mucho menor. Ayer, cuando el asunto a discutir era -nada menos- la configuración de la ciudad en el futuro inmediato, el intercambio de ideas, críticas y sugerencias quedó en un segundo plano, aplastado quizás por el recurso acomodaticio que siempre supone (para Gobierno y miembros de la oposición) la existencia de una mayoría absoluta. A pesar de esas circunstancias, el PGOU ha iniciado su largo camino administrativo. Será el plan que colme la ciudad y que tenga que reutilizar suelos, terrenos y hasta pequeños solares que ya tenían otros usos. La imposibilidad geográfica de Cádiz para ganar espacios obliga a un supremo ejercicio de revisión e imaginación. Grandes superficies con escasa utilidad pública deben ser el escenario sobre el que construir nuevos espacios y equipamientos. De hecho, esta nueva versión del plan urbano de todos contempla más derribos que cualquiera de sus entregas precedentes. Con la ciudad colmatada, es preciso eliminar algunos inmuebles que la mayoría considere innecesarios y carentes de valor para poder alzar otros nuevos y precisos. En el momento de iniciar los trámites, cabe pedir coherencia, rigor, responsabilidad y celeridad a los representantes institucionales encargados de poner en pie lo que ahora sólo son aspiraciones sobre papel. Ojalá que la infrecuente colaboración entre administraciones públicas de distinto signo político permita que los proyectos más importantes, esos que cuentan con el respaldo del consenso -siquiera porque ambos partidos se arrogan su autoría-, sean realidad en tiempo y forma.