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Chávez pelea hasta el último voto

El líder bolivariano moviliza a miles de fieles para captar apoyos casa por casa para su reelección indefinida

MILAGROS L. DE GUEREÑO
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Casi diecisiete millones de venezolanos están convocados hoy a las urnas para pronunciarse, por segunda vez en poco más de un año, sobre la reelección indefinida de los cargos públicos. Ayer disfrutaban de una jornada de reflexión atípica que coincidió con un día de San Valentín sin alcohol. Al igual que sucede en muchos países del continente americano, impera la ley seca desde el viernes, cuando comenzaron a distribuir el material electoral en las más de 34.000 mesas instaladas en el país. El Gobierno decretó día festivo. Así ningún funcionario tendrá excusas. Por su parte, la Cámara Venezolana de Centros Comerciales dejó en manos de los propietarios la decisión de abrir o cerrar sus locales.

El presidente Hugo Chávez pidió a sus simpatizantes «echar el resto en las horas que quedan» y no celebrar el sábado para estar frescos desde temprano en los colegios electorales. A cambio ofreció «una semana del amor» después de que «derrotemos a los escuálidos en las mesas y en las calles». En los actos de cierre de campaña, el jefe del Estado apeló a sus seguidores, la mayoría de sectores pobres urbanos y en zonas rurales: «Sabes que yo, Hugo Chávez, lo que soy es un humilde soldado. Y yo vivo para ti y vivo por ti. Yo no te fallaré; no me falles el domingo». Para facilitar la asistencia, los colegios abrirán hasta las 6 de la tarde, (medianoche española), dos horas más que en anteriores ocasiones.

Chávez, que acaba de cumplir diez años en el poder, aseguró que reconocerá el resultado. Pero trata de asegurar la victoria. Ha desplegado cientos de miles de activistas, «patrulleros» los llaman, para ir de puerta en puerta conociendo a los votantes. Hoy estarán en sus colegios respectivos asegurándose de que el grupo de electores de los que son responsables no fallen.

En una reciente reunión de gabinete argumentó que «es obligatorio para la revolución garantizar una amplia victoria para evitar que la oposición hable de fraude». La mayoría de las empresas de sondeos ven un resultado muy reñido en torno al 50%, pero aseguran que no habrá fraude.

También los estudiantes -que han vuelto a poner la cara por la desunida oposición- harán guardias en los centros de votación para vigilar posibles irregularidades. En la última semana, el Gobierno les prohibió hacer marchas masivas y tuvieron que concentrarse en parques y plazas y distribuir la propaganda en las bocas de los metros y en andenes. La oposición insiste en que «no es no» porque en diciembre de 2007 ya se rechazó la reelección indefinida, y que no quieren «un presidente eterno».

Campaña desigual

Según el ex alcalde de Chacao, el opositor Leopoldo López, «trabajamos en el contexto de una campaña desigual y abusiva, pero lo hacemos con la convicción de que ejerciendo el voto ganaremos y defenderemos el derecho de los venezolanos». Otro adversario, el nuevo alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, criticó las «intimidaciones» del líder bolivariano por asegurar que si perdía el chavismo «aquí va a correr sangre».

A las pocas horas de cerrarse los colegios electorales se sabrá el escenario elegido por los venezolanos. El menos probable es que Chávez gane por amplio margen y acelere su socialismo «venecubano», como lo llama la oposición. Si triunfa por los pelos habría cumplido el objetivo de mantenerse en el poder pero debería atemperar sus proyectos más radicales.

En el caso de que perdiera, la oposición saldría reforzada, pero el mandatario todavía dispondría de cuatro años más de gobierno para buscar vías alternativas como una nueva enmienda o que la Asamblea Nacional, de mayoría oficialista, redactara una nueva Constitución. Lo malo es que la economía está jugando en contra del Gobierno. La crisis mundial y la bajada del precio del petróleo obligarían a Chávez a tomar medidas impopulares que le restarían apoyos fundamentales.