Precios
VUELTA DE HOJA Mientras que sigan funcionando las tahonas y los transportes públicos, el desastre económico será sólo relativo. Quiero decir que se relacionará mayormente con los pobres, que son los más acostumbrados a sobrellevarlo. Lo más intrigante en este momento es la conducta de los precios. Dicen que en España se han desplomado a tasas de hace cuatro años, cuando éramos más jóvenes y quizá más españoles. ¿A quién le puede extrañar que hayan caído por su propio peso? Quizá sólo a los que manejaban la báscula. En lo que a mí respecta sólo creeré en la disminución cuando bajen la ginebra y las entradas para ver un partido de fútbol. No ignoro que se han abaratado otras cosas, pero son precisamente las que algunos no consumimos.
Actualizado:Los letreros anunciando grandes rebajas compiten en número con los carteles de Se vende. La lectura está garantizada a nivel terrestre y aéreo. La gente de a pie, que es la que tiene los zapatos rotos, se pregunta cómo se pueden rebajar hasta un 60 o un 70 por ciento algunos artículos y seguir ganando dinero en su venta. Pero no paran ahí sus preguntas. A continuación se hacen otra: ¿qué ganarían antes lo mercaderes? Se deduce que el llamado precio justo es el máximo que puede soportar el comprador, del mismo modo que el dinero que hay que darle a un trabajador despedido es el mínimo para que no desfallezca en el trayecto que va desde la empresa hasta su casa.
Mientras, el juez por antonomasia sigue implicando a altos cargos de moral bajísima en la trama corrupta y el presidente Zapatero sigue discutiendo, sin echar gota, sobre la sangría del paro. Las propuestas del Banco de España sobre abaratar el paro no son de su agrado. Los que no se quejan son los señores Bermejo y Garzón: en la célebre cacería cada uno mató cuatro venados.