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ANDALUCÍA

Relación maldita

Marta confesó a su madre que Miguel le gustaba, pero que no quería saber nada de él porque era muy celoso y, además, ligaba con todas

A. MONTILLA
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Marta conoció a Miguel hace poco más de un año. Se lo presentó un amigo de un amigo. Miguel, que vivía entonces junto a su hermano en las inmediaciones de la avenida Pío XII, una zona cercana al barrio de Tartessos, es un chico bien parecido que había tenido ya varias relaciones con jóvenes que, como en el caso de Marta, eran menor de edad.

El azar unió a Marta y Miguel que, al menos en apariencia, procedían de mundos distintos. Ella, la mayor de tres hermanas de una familia estructurada y de clase media, contaba con los mimos diarios de su padre Antonio y de su madre Eva. Él, por contra, encaja con el perfil de un joven que ha crecido en un ambiente marginal. Nunca conoció a su padre y su madre falleció, siendo él un adolescente, en extrañas circunstancias.

Marta estudiaba cuarto de ESO en el Colegio San Juan Bosco. Miguel nunca terminó la secundaria y se encontraba actualmente en paro.

Pero se gustaron. La familia de Marta no quiere hablar de noviazgo y, en justicia, nunca lo fue, porque estuvieron juntos poco más de un mes. A los amigos de Marta nunca les gustó Miguel. Otra cosa era a sus amigas. Las chicas de la pandilla, como la propia Marta, lo consideraban un tío bueno.

Una de las mejores amigas de Marta era Eva, su madre. A ella se lo contaba todo, o casi todo. Eva, que como Antonio, ha sospechado desde el principio del que finalmente se ha declarado autor del crimen, contaba la semana pasada que Miguel hizo sufrir mucho a Marta. Al parecer, la niña casi siempre regresaba a casa llorando tras estar con él. Su disgusto venía motivado por dos circunstancias muy distintas: Miguel era muy posesivo, pero a la vez intentaba ligar con todas las chicas, incluso de la pandilla de Marta.

No estaban juntos

Miguel y Marta, en cualquier caso, ya no eran pareja desde hacía varios meses. Entre otros motivos, porque Miguel se marchó a vivir a Camas, donde había dejado embarazada a una adolescente de 14 años. El padre de esta chica le habría buscado un trabajo en una empresa de limpieza de la mencionada localidad, aunque tras conocerse su vinculación con la desaparición de Marta, y antes de que lo detuvieran, el dueño de la empresa lo despidió. ¿Por qué Miguel era el objetivo de las críticas de los padres de Marta?

En primer lugar, porque fue la última persona que la vio con vida. Nunca creyeron su versión de que dejó a la chica, sobre las nueve y media de la noche, en las inmediaciones de la casa. En segundo lugar, por el carácter huraño del chico. Y, en tercer lugar y muy significativo, una tía de Marta encontró a Miguel en la madrugada del domingo 25, durante las primeras horas de la desesperada batida, y se limitó a decirles que no la veía desde las nueve y media. En estos 21 días ha sido el único amigo de la chica que no ha participado en las actividades de rastreo organizada por la familia y sus allegados.

Un extraño Samuel

Sí lo hizo Samuel B.P., el otro detenido en relación con el asesinato de Marta. La actitud de Samuel ha sido, cuando menos, muy singular. Este joven, al que la Policía le considera encubridor -no se descarta que hubiera ayudado a Miguel a tirar al Guadalquivir el cuerpo de Marta- llegó a participar en directo en varios programas televisivos. De hecho, llegó a salir en dos ocasiones en el magacine que presenta María del Monte en Canal Sur.

Samuel, que pasará en las próximas horas a disposición judicial, llegó a sugerir ante las cámaras que sospechaba de Miguel, al que consideraba como una persona conflictiva. Una revelación sorprendente si se confirma la tesis de la policía.

A los que sí se les veía ayer demacrados era a los componentes de la pandilla de Marta. Cristian y Jennifer, que llevan 21 días organizando actividades tanto en el instituto como en los portales sociales de Internet Tuenti y Facebook, para que no se olvidara el caso de Marta, no quisieron realizar ayer ninguna declaración. Tan sólo llamaron, a través del portero automático, a la casa para expresar sus condolencias. La familia los emplazó para hoy. Antonio y Eva tuvieron que ser sedados ante la aflicción que les causó la temida confirmación de la muerte de Marta.