Miguel había visitado a un abogado
Tras la confesión de Miguel C.D. ayer comienzan a conocerse algunas circunstancias en torno a la forma de actuar del joven, una persona muy posesiva y celosa, según apuntan algunas fuentes, que tuvo que marcharse con un hermanastro al ser echado de la casa de su actual novia, donde vivía con ella y con sus padres. Igualmente, esta semana que acaba, según pudo saber ABC de Sevilla, Miguel estuvo en la capital en un despacho de abogados, ignorándose si acudió para pedir asesoría legal por este hecho o, para recabar información habida cuenta del cerco mediático al que estaba sometido. En todo caso, fuentes del caso señalan que Miguel es una persona fría y calculadora, como lo ha demostrado en los interrogatorios. Incluso se ofreció voluntariamente a que comprobasen que no tenía ninguna señal o marca motivadas por alguna pelea. Desde primeras horas de la mañana, la calle Argantonio se llenó de periodistas, vecinos del barrio Tartessos y curiosos de otros lares. La noticia de la detención de Miguel C.D., el amigo de Marta, corrió como la pólvora. Tanto que varias dotaciones de la Policía Nacional acudieron al número 3 de la calle para posicionarse en la puerta de entrada e impedir el paso a todos aquellos que no fueran vecinos del bloque y familiares de la joven desaparecida. Las elucubraciones de los vecinos eran de todo tipo: los había que mantenían las esperanzas de que «la chiquilla esté bien, que la encuentren con vida», mientras otros, más realistas, eran de la opinión de que «cuando la están buscando por el río, es que algo sabe la Policía».
Actualizado:Los jardines que preceden al portal de entrada del bloque de Marta fueron todo el día un ir y venir de personas, vecinos, que querían conocer detalles, aspectos de lo que estaba ocurriendo. Cada vez que se abría la puerta de entrada y salía alguien, o una persona llegaba hasta el soportal, el emjambre de periodistas, fotógrafos, y cámaras de televisión era tremendo. Las noticias se seguían de cualquier forma. Pero la desazón comenzaba a apoderarse de los presentes. Los coches que pasaban a la altura del bloque se paraban preguntando cómo estaba la situación. Mientras, en el décimo piso, la familia de Marta esperaba una llamada que les comunicase que el cuerpo de la joven había aparecido, cosa que ayer no sucedió. Luis, propietario de una tienda de frutería y ultramarinos que da a la espalda del bloque, se lamentaba de todo lo ocurrido. «El día después de la desaparición de la chiquilla, estuvo aquí el padre para darme unos carteles para colocarlos visibles. Ella también venía mucho por aquí a comprar bocadillos. No entiendo cómo ha podido suceder esto. Es que es increíble que puedan ocurrir cosas así».
A las tres y cuarto de la tarde, Javier Casanueva, tío de Marta y portavoz de la familia, y su padre, José Antonio, salieron de manera precipitada a la calle. Ni una sola declaración. Rostros desencajados que se abrieron paso entre los periodistas gracias a la presencia policial. Tomaron un coche y se marcharon, para volver a la media hora larga. Ya sobre las cuatro y media de la tarde el barrio se estremeció por completo cuando se supo que Miguel había confesado matarla.
En el Charco de la Pava
Por otra parte, las dos orillas del Charco de la Pava se convirtieron ayer en el foco de una expectación que se fue extendiendo a toda la ciudad al mismo tiempo que los rumores y las elucubraciones sobre lo sucedido con Marta. La coincidencia de que ayer sábado se celebrara el ya tradicional mercadillo hizo que las actuaciones que llevaba a cabo la Policía en la zona no pudieran pasar desapacerbidas. Como la Policía había acordonado la zona más próxima a la pasarela que une Camas con la isla de la Cartuja la gente se concentró en torno a ella. Desde allí no perdían detalle de lo que los efectivos policiales hacían en la otra orilla, la de Camas. Así vieron cómo colocaban la boya naranja que señalaba la zona de búsqueda, junto al tercer pilar de la pasarela, cómo los policías subían a la barca y se afanaban en su empeño