COLEGAS. Obama saluda a los trabajadores de Caterpillar. / AP
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Las cámaras legislativas de EE UU aprueban el plan económico de Obama

Grupos de presión y grandes congregaciones industriales luchan por hacerse con una parte de los fondos

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Los forcejeos de última hora en el seno del Partido Demócrata sobre el destino de algunas de las partidas de los 798.500 millones de dólares -620.000 millones de euros- del plan de estímulo económico no fueron obstáculo para que las cámaras legislativas de EE UU dieran por fin luz verde a la medida estrella de Obama para salir de la crisis. En el Senado, donde los demócratas no se bastaban para sacar adelante el plan, fue decisivo el apoyo de tres senadores republicanos moderados que, a cambio, lograron que una cantidad importante de los fondos se destine a la reducción de impuestos, sobre todo en el sector empresarial.

En las últimas horas de intensas conversaciones, el presidente dejó en manos de sus colaboradores los detalles de la negociación y se dejó ver en zonas industriales de Illinois especialmente afectadas por la crisis. En una planta del gigante industrial Caterpillar, que recientemente despidió a 20.000 trabajadores, Obama hizo un dramático llamamiento a los republicanos para que apoyaran su proyecto. «Desde que el Congreso apruebe el plan una nueva ola de innovación, actividad y construcción se desarrollará en todo el país», aseguró ante cientos de trabajadores de Caterpillar, empresa que puso como modelo de dónde irán destinadas buena parte de las ayudas.

En Washington, mientras tanto, una amplia representación de industrias y otros sectores de la economía batallaron hasta última hora para ver sus intereses reflejados en el contenido de las medidas. Es pronto para determinar quiénes ganan y quiénes pierden, pero lo que se da por seguro es que a partir de que el presidente estampe su firma en el plan los grupos de presión, consustanciales a la política norteamericana, inundarán la capital federal para asegurarse su parte del pastel.

Apaciguar los ánimos

Algunos destacados demócratas, entre los que destaca la líder del Senado, Nancy Pelosi, no ocultaron cierta frustración por las 'concesiones' hechas a senadores republicanos considerados clave y sin cuyo apoyo la medida no hubiera sido aprobada. Tanto el Secretario del Tesoro, Timothy Geithner, como el jefe de Gabinete Rahm Emanuel, tuvieron que emplearse a fondo con Pelosi, que se opuso hasta el último momento a la reducción drástica de una partida destinada a la construcción de escuelas solo para apaciguar los ánimos de los conservadores.

Con esta dinámica, hubo muchos tiras y aflojas que han servido para poner a prueba la solidez del equipo del presidente en un momento en que Nancy Pelosi parece querer encarnar un ala izquierda de su partido en la Cámara Alta. Entre los cambios de última hora que se interpretan como una cesión a los conservadores figura un ligero incremento de las exenciones fiscales a las empresas, que podrán pedir el reembolso de impuestos aplicando las pérdidas actuales a ejercicios anteriores donde obtuvieron beneficios. General Motors será la principal beneficiaria de esta medida, dotada con 3.200 millones de dólares. El plan también incluye limitaciones a los salarios y bonos de los ejecutivos cuyas empresas han recibido dinero público para salvarlas de la bancarrota.