Cambio de rol con la selección
Ya teníamos ganas los españoles de tener una selección española como Dios manda, que mandara, valga la redundancia, en el universo balompédico mundial. Ya teníamos ganas que el papel se agotara, pero se agotara para ver a un equipo de verdad, de los que merecen la pena y no por el simple hecho de ir a ver a un combinado que sabe Dios cuando iba a volver a pasar por tu casa.
Actualizado: Reconozco que no estoy entre los sufridos seguidores de La Roja, que se lo han tragado todo. Más bien he sido de los que he terminado hastiado, de los que pensaban que nunca iba a ver hacer algo grande al equipo que lleva el nombre de mi país en mi vida. Debe ser porque soy más aficionado de club que de selección. Es más si me hubiesen dado a elegir entre el triunfo de los de Aragonés en la Eurocopa o la permanencia del Cádiz en Segunda hubiese elegido lo segundo. Aunque lo tenía complicado porque entre Fernando Torres y Gastón Casas hay un trecho.
Pero es verdad que algo ha cambiado y, además es lógico, desde el triunfo histórico en Austria y Suiza el pasado verano. Que el combinado nacional despertaba expectación es algo que está fuera de toda duda y ahora con la reciente victoria ese cariño se ha visto acrecentado. Pero lo que no es normal es que se llene un estadio de más de 40.000 espectadores para presenciar un partido amistoso. Y aún más curioso, que se agote el papel tres días antes del encuentro. Ver las imágenes de los niños agasajando a los ídolos y a éstos como héroes es algo que no pensaba que pudiera contemplar. Pero como dice el dicho, si difícil es llegar más difícil es mantenerse y eso es lo que tienen que hacer ahora los chicos de Del Bosque. Mimbres hay de sobra para seguir proporcionando alegrías a una hinchada que ha sido incondicional sin recibir nada a cambio.