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ANÁLISIS

Luna de miel truncada

Constituye una de las ironías más grandes de la historia de EE UU que Abraham Lincoln fuera asesinado durante una obra a la que no quería asistir. Acudió al teatro, a unas manzanas de la Casa Blanca, sólo para acompañar a su mujer y complacer a mucha gente que estaba deseando verlo. Al morir, en su momento de máximo apogeo, Lincoln se convirtió en una figura mítica para los estadounidenses. El presidente asesinado cerró el capítulo más siniestro en la trayectoria histórica de EE UU -el de la esclavitud-, que ni los padres fundadores habían sabido cómo tratar. Junto a ello, fue un pacificador que realizó repetidos llamamientos a sus conciudadanos para que se unieran y cerraran filas después de una guerra civil muy sangrienta. Procuró taponar las divisiones entre blancos y negros, el Norte y el Sur.

DAVID MATHIESON
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Así que no es de sorprender que Barack Obama haya celebrado el bicentenario del nacimiento de Lincoln con un discurso en Illinois. Como Lincoln, Obama también ha sido senador por ese estado, con lo cual la presencia en la Casa Blanca del primer inquilino negro cumple otro sueño de su antecesor en el cargo. Al igual que él, Obama defiende un mensaje pacificador y tiene que gobernar una nación en crisis, dividida y con incertidumbres sobre el futuro. Un contexto en el que destacan dos escollos. El primero es, obviamente, la crisis económica. Parece que el Congreso no está dispuesto a concederle a Obama la luna de miel prevista. El paquete de medidas propuesto por su Administración se ha aprobado en el Capitolio, pero por los pelos y con casi todos los votos de congresistas y senadores republicanos en contra. Obama predica la unidad contra la crisis, pero el partido rival no atiende sus peticiones y le va a someter a mucha presión si no hay señales de éxito rápido.

Segundo, en la política exterior los resultados de las elecciones israelíes favorecen a los partidos radicales, complicando aún más una solución al conflicto israelo-palestino. Un acuerdo entre ambas partes es la pieza clave para la estrategia de Washington en la región, porque sin él la construcción de una coalición para contener las ambiciones nucleares de Irán se convertirá en más difícil que nunca. El primer mes de Obama está suponiendo tal bautismo de fuego que para superar los problemas necesitará de todos los dones de la política de Lincoln.