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El hombre que tocó el cielo
Manuel Guitarte Castellano es un jerezano que cuenta con más de trescientos saltos como paracaidista del Ejercito del Aire
Actualizado: GuardarManuel Guitarte tiene garbo. Es de esas personas que se llevan bien con las cámaras de fotos. Delante y detrás, pues tiene su titulación de fotógrafo y, además, sale bien las instantáneas. Pero la fotografía es una de las muchas cosas que Manuel Guitarte ha hecho en la vida.
Nos queremos detener en su faceta militar. En los primeros años de la década de los sesenta, ingresó en el Ejército del Aire. A los pocos meses, se encontraba en Alcantarilla, en la escuela de paracaidistas de los cuerpos especiales del Ejército del Aire. «No veas como era aquello. Estábamos preparados para todo. Nuestras misiones pasaban por cruzar las líneas enemigas, hacer el salto e informar al mando de las condiciones en las que estaba el enemigo», comenta.
Inmediatamente comienza a hablar de los más de trescientos saltos que dio desde un Hércules o un DC-3. «Hay saltos de apertura retardada, por un lado, o los automáticos. Los primeros se hacían desde unos tres mil metros. Los otros, a unos quinientos», comenta orgulloso.
Manuel es el primer y, posiblemente, único paracaidista del Ejército del Aire que ha nacido en Jerez. El caso es que comenzó a cogerle el gusto a esto de saltar por los aires con un paracaídas hasta que llegó el accidente. «En un salto automático se me enredó la cuerda a la pierna, el mosquetón se quedó bloqueado y me quedé colgado en la panza del avión. Entre el humo del motor y el calor que salía, tuve que cortar las cuerdas, y saltar al vacío. Del golpe seco al quedarme amarrado se me partió la cabeza del fémur y así fue cómo tuve que abrir el de reserva que fue el que me dejó en el suelo. Cuando llegué a tierra no me creía que estuviera vivo», comenta ahora con cierto alivio. El caso es que fue su último salto en la vida. Aquel gesto se le premió con la medalla al Sufrimiento por la Patria, una pequeña indemnización y el camino de vuelta a Jerez.
Como anécdotas en el grupo de operaciones especiales, cuenta que conoció a una joven y desconocida Rocío Durcal. «La conocí esporádicamente y hablé con ella en dos o tres ocasiones. Un día la llevé al cuartel de visita y así fue como llegó a ser madrina de los paracaidistas», comenta con orgullo.
Manuel Guitarte tiene todavía ese garbo de quien ha vivido sensaciones fuertes. Un jerezano que en su vida llegó a tocar el cielo en unas trescientas ocasiones.