ATENTADOS. Fuerzas de seguridad afganas colocan una escalera para subir al tejado del Ministerio de Justicia que había sido asaltado por los talibanes. / AP
MUNDO

Bombay inspira a los talibanes

Ocho activistas matan a veinte personas en un asalto coordinado a tres edificios del Gobierno en Kabul

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La insurgencia afgana recibe al enviado de Estados Unidos para Pakistán y Afganistán, Richard Holbrooke, con un triple atentado que dejó veinte muertos y más de cincuenta heridos en Kabul. Ni la capital se puede considerar zona segura en un país que cada día parece más fuera de control y en el que los terroristas demuestran una vez más tener capacidad para burlar los controles de acceso al lugar supuestamente más fortificado. Siguiendo el modelo empleado por los yihadistas en la ciudad india de Bombay el pasado mes de diciembre, ocho activistas armados con fusiles de asalto, granadas y cinturones de explosivos penetraron durante la mañana en tres edificios públicos y consumaron un ataque sin precedentes en suelo afgano.

Los Ministerios de Justicia, Educación y una oficina del Departamento de Prisiones en el distrito de Jair Jana fueron los blancos atacados durante la mañana, lo que provocó un autentico caos en pleno centro de la ciudad. «El enemigo aún tiene la habilidad de transportar armas y explosivos a la ciudad de Kabul, lo cual es una gran causa de preocupación», declaró en rueda de prensa el ministro de Interior, Mohamad Hanif Atmar.

La complicada situación de seguridad obligó a los dirigentes locales a retrasar los comicios presidenciales hasta el mes de agosto, fecha en la que esperan contar con una mayor presencia de hombres de las fuerzas internacionales para intentar mejorar la situación.

Las agencias locales aseguran que cinco terroristas se encargaron del Ministerio de Justicia, uno de ellos se inmoló en el acceso y los otros cuatro se atrincheraron en su interior, pero fueron reducidos por las fuerzas de seguridad. Otros dos detonaron las cargas explosivas que llevaban adosadas en el Departamento de Prisiones, y el octavo activista fue abatido en las inmediaciones de la sede de Educación. Aunque un testigo, según la agencia Efe, asegura que este último insurgente se inmoló al verse rodeado.

Como ocurre en este tipo de acciones, un portavoz talibán que se identificó como Dhabihullah Mujahid, llamó al canal Al-Yazira para reivindicar la acción. Según diferentes analistas locales, tanto el Ministerio de Justicia, como el Departamento de Prisiones eran dos objetivos anunciados debido a las múltiples denuncias de malos tratos por parte de los presos del movimiento radical.

Desde la caída del régimen talibán ha aumentado el número de ataques y progresivamente van perfeccionando su técnica para ser cada vez más mortíferos. Además, como ya ocurriera con el lujoso hotel Serena, las Embajadas de India y Alemania, la insurgencia muestra a todo el mundo su capacidad de actuar en el corazón administrativo del país.

Cambio de estrategia

Mientras los ataques y operaciones diarias en las provincias del sur contra fuerzas extranjeras pasan inadvertidas por la falta de medios de información en la zona, un ataque en Kabul tiene repercusión inmediata y golpea seriamente a la imagen de la misión internacional, incapaz de frenar la escalada de violencia.

El cambio de estrategia que el general David Petraeus impuso en Irak y que sirvió para controlar los índices de violencia, no funciona de momento en Afganistán, aunque en el cinturón que rodea Kabul ya están trabajando las primeras unidades de antiguos insurgentes que a cambio de un sueldo combaten ahora del lado del Gobierno.