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Sociedad

Eluana descansa mientras Italia se pelea

Berlusconi, la Iglesia y el Vaticano repiten que «la han matado» y culminan su ofensiva contra el jefe del Estado y la familia Englaro Italia sale de esta polémica con una fractura política y social

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ
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«La han asesinado», repitieron ayer varios dirigentes de la derecha italiana y el diario de la conferencia episcopal, Avvenire (Porvenir), que además llamó al padre de Eluana «juez y verdugo». El primer ministro, Silvio Berlusconi, reiteró que había sido «condenada a muerte». «Ha sido un homicidio», zanjó el cardenal Saraiva Martins. Cosas así de duras repitieron ayer la Iglesia italiana, el Vaticano y el Gobierno tras la muerte de Eluana Englaro, la mujer de 38 años que llevaba 17 en estado vegetativo irreversible y falleció tras serle retirada la alimentación artificial, con el aval de una sentencia del Tribunal Supremo. Hasta se puso en duda la misma muerte, con la sospecha de que fue forzada.

De momento, se realizará la autopsia y la Fiscalía de Udine actúa de oficio, sin ninguna hipótesis de delito. El colegio de médicos de la ciudad también ha abierto una investigación, pero de modo rutinario. Las acusaciones, que quizá tengan respuesta judicial de la familia, según adelantó su abogado, eran contra el padre de Eluana, pero también contra el equipo médico, la parte política que les apoyaba y, en última instancia, contra el presidente de la República, Giorgio Napolitano, que se negó a firmar, por ser inconstitucional, un decreto urgente del Gobierno para impedir la muerte.

El crujido institucional, ideológico y social que ha causado el caso de Eluana en Italia deja ahora una secuela que nada tiene que ver con esta mujer. Una joven de 21 años que sufrió lesiones cerebrales irreversibles tras un accidente de tráfico, la primera vez que sus padres le dejaban el BMW, y que ahora era una mujer de 38 años y sólo 40 kilos de peso. Sin conocerla ni ver su estado, pero tomándola en abstracto, como símbolo, la batalla en torno a Eluana ha sacado a la luz lo peor de la clase política italiana y el lado más agresivo del Vaticano.

Atasco parlamentario

En un primer balance quedan a la vista varias heridas abiertas. La primera es un choque del primer ministro, Silvio Berlusconi, contra el poder judicial y el jefe de Estado. El magnate ha llegado a pedir una reforma de la Constitución para dotar de más poderes a su cargo. Ha emergido el oportunismo de aprovechar el caso de Eluana y la hipocresía de actuar a la carrera en el último momento, cuando la sentencia del Supremo es de 2007 y una ley que regule el llamado testamento biológico o vital lleva tres años atascada en el Parlamento. Se confirma la incapacidad de una clase política vergonzosa, alejada de la vida real, así como el talento de Berlusconi para el populismo. En este sentido no se puede desdeñar el factor sentimental, que influye con una fuerza enorme e irracional en la vida italiana en los momentos dramáticos. Los sondeos de estos años eran apabullantes a favor de la muerte de Eluana, pero en caliente, ante lo inevitable, llegaron a darse la vuelta.

En cuanto a la ley improvisada a toda prisa para impedir la muerte de Eluana, pasada la urgencia, se aprobará en los tiempos habituales. Es decir, no se sabe cuándo. El Senado prevé hacerlo en dos semanas. La norma prohibirá suspender la alimentación e hidratación de un paciente inconsciente hasta que se apruebe una ley que regule este extremo. Si efectivamente llega y no se les olvida de nuevo, será totalmente restrictiva. En la línea, fiel al Vaticano, que hace de Italia el único país europeo sin parejas de hecho o que prohíbe la inseminación artificial fuera del matrimonio.

Una sociedad antigua

Otra fractura es la política, entre izquierda y derecha, que se traduce en las imágenes de senadores furibundos separados por los ujieres. En momentos decisivos, la guerra ideológica asume en Italia connotaciones muy violentas. Desde el fascismo y la Segunda Guerra Mundial, pasando por los 'años de plomo' hasta desembocar en el amor u odio a Berlusconi. Se vio en la calle, con manifestantes católicos y laicos llegando a las manos ante la clínica de Udine.

Ésta es otra de las grietas sociales abiertas: el momento de conflicto entre Iglesia y Estado laico se puede equiparar a episodios históricos como la ley del aborto o la del divorcio. No obstante, el tono del Vaticano, que eclipsa voces distintas en el seno de la Iglesia, tiene el efecto de alterar su imagen en el exterior. Porque en Italia la Iglesia católica vive en una burbuja temporal, en una sociedad antigua, donde se mueve en la vida pública con el mismo peso y formas de hace décadas. La injerencia del Vaticano ante un caso similar en otro país hubiera sido sustancialmente menor, y desde fuera se hace incomprensible.

Reflexiones aparte, el programa más visto del martes, entre los especiales dedicados a Eluana, fue Gran Hermano 9, con una cuota de pantalla del 31,78%.