UNA JORNADA ESPECIAL. Una pareja de novios acude a votar a un colegio electoral antes de su boda en la localidad de Ashkelon, al sur de Israel. / EFE
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Livni y Netanyahu pelean voto a voto

Kadima cobra una ligera ventaja sobre el Likud en unos comicios con alta participación por la incertidumbre ante la extrema igualdad

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La jefa del centrista partido Kadima, Tzipi Livni, era anoche la ganadora en todos los sondeos a pie de urna durante las elecciones generales celebradas en Israel. Un minuto después del cierre de los colegios a las diez de la noche -una hora menos en España-, los principales canales de televisión hacían públicas sus encuestas, que en todos los casos daban a la ex espía del Mossad dos escaños por encima de su directo rival, el derechista Benyamin Netanyahu.

El Canal 1 y el Canal 10 atribuían a Livni treinta representantes sobre los veintiocho de Bibi, mientras que el Canal 2 dejaba el cálculo en veintinueve y veintisiete asientos parlamentarios. El Yisrael Beitenu de Avigor Lieberman se confirmaría como tercera fuerza política del país, con entre catorce y quince escaños, y el Laborismo de Ehud Barak se desplomaría con trece mandatos, seis por debajo de los que tiene hoy.

Son sólo sondeos, y por experiencias anteriores, podían distar mucho de la realidad. Las previsiones apuntaban a que los resultados sólidos no empezarían a conocerse hasta primera hora de hoy. Si la diferencia entre Livni y Netanyahu es muy apretada no hay, además, garantía de que tampoco esta vez se proclame un ganador claro en Israel, habida cuenta de que todavía queda por leer el voto por correo -restringido, y que se reduce a las delegaciones diplomáticas y comisiones de servicio en el extranjero-, y los sufragios emitidos con antelación de las decenas de miles de soldados de reemplazo. En 1996, estos votos inclinaron la victoria del lado de Netanyahu más de dos días después de que hubieran celebrado los comicios, y durante los cuales Simon Peres fue ganador provisional.

Ayer se esperaba una larga noche de escrutinio de las 9.263 urnas que estuvieron abiertas durante quince horas. Hasta ellas se había acercado a las ocho de la tarde un 60% de los 5.278.985 israelíes llamados a votar, una participación que fue la primera sorpresa de la jornada, y que se preveía superara en varios puntos al exiguo 63,5% registrado en las últimas generales de 2006.

Carrera final

Según atribuyó el profesor Abraham Diskin, supervisor del Comité Central Electoral, el ligero ascenso se debió ayer a la incertidumbre, surgida en torno a la estrecha diferencia que separaba a Netanyahu y Livni en todas las encuestas. La sensación de que ayer se libraba una ajustada carrera cuerpo a cuerpo entre los líderes del Likud y del Kadima planeó durante toda la jornada electoral.

El diario en hebreo Ma'ariv, uno de los más prestigiosos de Israel, salía a la calle ayer con una audaz doble portada reversible con las fotografías de Netanyahu y Livni, ambas flanqueadas por el titular «El próximo primer ministro». El lector podía elegir con cual de ellas quedarse.

Los candidatos no desaprovecharon la oportunidad de pedir el voto hasta el último momento, una práctica permitida en Israel. Aparentemente segura y confiada en que una buena participación iría en su beneficio, Livni salió pronto de su casa para apremiar desde su colegio electoral en Tel Aviv a todos los ciudadanos a seguir el ejemplo. «Salid, llueva o no llueva, id a las urnas -dijo- he hecho todo aquello que yo misma querría que cada israelí hiciera, somos los únicos que podemos formar un gobierno de unidad nacional».

El hombre del cambio

A la entrada de su colegio en el barrio Rehavia de Jerusalén, Netanyahu se mostró optimista y se retrató como el hombre del cambio. «La gente quiere cambio, y hoy lo elegirán, aquellos que lo quieran deben centrarse en el Likud y en mí». Curiosamente, el líder político del ultraortodoxo partido Shas, Eli Yishai, dio como ganador a Bibi tras depositar su papeleta en una urna de Har Nof, también en la Ciudad Santa. «Tengo una buena sensación. Mi cálculo es que Netanyahu formará el próximo Gobierno y que el Shas será más fuerte», dijo Yishai, dejando traslucir una vez más el pacto firmado entre ambas formaciones para asociarse en un futuro Ejecutivo.

Las incidencias fueron numerosas, se presentaron formalmente más de sesenta denuncias, en su mayoría referidas a sospechas de los partidos de que el adversario había sacado sus papeletas de determinadas urnas. El Kadima aseguró tener «una larga lista de lugares» en que las suyas habían sido «saboteadas o robadas».

El episodio más grave se vivió en la ciudad árabe de Um el-Fahem, donde cinco personas fueron arrestadas tras arrojar piedras contra el coche en el que el militante extremista judío y diputado Arye Eldad había sido evacuado de un colegio por miedo a que su presencia pudiese originar una revuelta.