El inicio de lo peor
José Luis Rodríguez Zapatero pronunció ayer en el Congreso su discurso más cauto desde el comienzo de la crisis, por lo que el mensaje que hoy aparecerá en la opinión publicada no reflejará tanto el realismo del presidente como el paso atrás que ha protagonizado, al reconocer que el futuro inmediato será peor que el presente. Zapatero olvidó, sin embargo, el corolario que precisaba esa advertencia -que será necesario poco menos que 'sangre, sudor y lágrimas' para superar las dificultades-, e incidió en que seguirá movilizando los recursos públicos que sean precisos para amparar a los colectivos más afectados por la recesión. De ahí que anunciara su disposición a eliminar gasto corriente -correspondiente al personal y funcionamiento de los distintos departamentos- por importe de 1.500 millones de euros, que saldrán obligatoriamente de la estimación de gasto de los Presupuestos aprobados hace apenas dos meses. Es decir, el presidente vino a reconocer lo que todos intuimos: que nadie sabe a ciencia cierta cómo superar los escollos y salir de los mismos.
Actualizado: GuardarZapatero lanzó en la tribuna una renovada oferta de diálogo social, obviando que la mesa para el pacto está activada desde hace cuatro meses sin apenas resultados; y también tendió la mano a la oposición para labrar un gran consenso a la alemana, que resulta inviable con las elecciones vascas y gallegas en ciernes y las europeas antes de verano. La insistencia de Rajoy en que cualquier acercamiento ha de partir de una suerte de aceptación de su programa económico convierte el diálogo entre ambos en poco menos que inútil. Ayer volvieron a confrontarse las dos grandes líneas de la política económica, la de los liberales que apuestan por ahorrar y reducir las cargas fiscales, y la de los socialdemócratas, que reivindican gastar lo que sea necesario para que no se hunda el consumo y garantizar la protección social. Es un debate sin unanimidad en la OCDE, pero por el momento las tesis de Zapatero están más respaldadas en la práctica que las de Rajoy.
Lo que demostró el pleno del Congreso es que una vez dada la puntilla a los actuales Presupuestos, el Gobierno tiene que prepararse ya para los próximos con la continuidad del vicepresidente Solbes en cuestión. Un cambio de gobierno facilitaría a Zapatero los cien días de reposo que precisaría tras admitir que nos encontramos en el inicio de lo peor.