Sociedad

La derecha italiana habla de asesinato

Las campanas sonaron en Udine, donde se encuentra la clínica de Eluana Englaro, al saberse la noticia de su muerte. Su padre sólo pidió que le dejaran solo. «He hecho todo solo y quiero acabar solo», dijo con la voz entrecortada tras 17 años ante el lecho de su hija ausente y 15 de batalla judicial para llegar a este momento de la marcha definitiva. Una amiga de Eluana, Laura Portaluppi, que ha declarado en el proceso para constatar la voluntad de la paciente de no vivir de ese modo, sólo murmuró: «Espero que ahora esté en un mundo mejor».

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Hasta aquí el cículo cercano y humano. De puertas para afuera, la noticia no aportó a la política italiana ningún descuido de sensatez. Por el contrario, la arrojó de inmediato al insulto y la catarsis teatral. El Senado se hallaba en pleno debate para aprobar la ley que pretendía evitar su fallecimiento y Gaetano Quagliarello, vicepresidente de los senadores de la derecha, la coalición de Gobierno Partido de la Libertad, lanzó su micrófono al suelo, entre gritos y lágrimas, y aulló: «¿Eluana no está muerta, ha sido asesinada!». Se armó tal alboroto que el presidente de la cámara suspendió la sesión entre gritos de «¿Asesinos!».

El presidente de su grupo, Maurizio Gasparri, añadió: «Sobre este caso pesarán siempre las firmas puestas y las no puestas», en una clara referencia al presidente de la República, Giorgio Napolitano, que se negó a firmar un decreto urgente por ser inconstitucional. «Este es un caso de eutanasia no previsto por la ley», apuntó. Por su parte, el alcalde de Roma, Gianni Alemanno, también de la derecha, anunció que el Coliseo estará iluminado hoy toda la noche, costumbre que se sigue como protesta cuando se ejecuta alguna pena de muerte en el mundo. El primer ministro, Silvio Berlusconi, declaró sentir «una gran dolor». Napolitano se limitó a pedir «silencio y respeto».