CALLE PORVERA

Corazones de televisión

Parece que últimamente han resurgido los programas de televisión en los que se busca pareja. Este verano -lo siento, pero no recuerdo el nombre- había uno en el que tanto chicos como chicas disponían de un nutrido grupo de candidatos o candidatas para elegir o desechar después de compartir varios encuentros.

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Lo cierto es que, a pesar del horror que me produce solamente pensarlo, el programa alcanzó importantes cuotas de audiencia y algunos de los concursantes han podido seguir saciando su sed de protagonismo en otros espacios televisivos. Tanto unos como otros se enamoraban perdidamente -o eso decían- del que tenía que elegir y competían entre ellos a ver quién le ofrecía la cita más original, quién llevaba el escote más pronunciado o quién se insinuaba y prometía más diversión.

Díganme ustedes qué diferencia hay con presentar un currículum en una empresa y someterse a las pruebas de selección con acudir a ese programa para conseguir el cargo de novio o novia. A lo mejor me tachan de anticuada o de romántica, pero no puedo terminar de creerme que surjan ahí más que rollitos temporales, en todo caso.

Otro de los programas que me ha dejado últimamente con los ojos como platos es Granjero busca esposa, en el que un hombre que vive y trabaja en el campo trata de encontrar a la mujer que ejerza de esposa y primera dama de la granja. En este caso se añade el espectáculo de ver a una mujer de ciudad -algunas de ellas con tacones- levantándose al alba para ordeñar vacas con el fin de demostrar que es la más valida para el puesto. Ni que los señores se estuvieran comprando un coche que primero tienen que probar.