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ESPAÑA

ETA siembra de nuevo el terror en Madrid

Hace estallar un coche-bomba junto a la sede de Ferrovial, una de las constructoras del AVE vasco, tras anular el Supremo las listas radicales

MELCHOR SÁIZ-PARDO
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ETA llevó de nuevo ayer el terror a Madrid, mas de dos años después de dinamitar el proceso de paz con la voladura de la T4 de Barajas. La banda colocó una furgoneta cargada con unos 50 kilos de explosivos que estallaron apenas nueve horas después de que el Tribunal Supremo anulara las listas de D3M y Askatasuna. El atentado se produjo frente a la sede de la empresa Ferrovial-Agromán, una de las concesionarias de las obras de construcción del tren de alta velocidad en el País Vasco. La deflagración no provocó víctimas porque la policía pudo desalojar a los centenares de empleados que a esas horas ya estaban en sus oficinas, pero sí ocasionó daños en edificios cercanos, desperfectos en más de cuarenta coches y un caos circulatorio que duró horas.

Los terroristas alertaron de la colocación del vehículo, una furgoneta Peugeot Partner, a partir de las 7.34 horas de la mañana mediante cuatro llamadas consecutivas a los Bomberos de la Comunidad de Madrid, dos al servicio municipal de urgencias, Samur, y una más al centro de coordinación de Cruz Roja. En todas las comunicaciones el mensaje, supuestamente grabado por los etarras, fue el mismo: «Llamo en nombre de ETA. Hemos colocado una furgoneta en la calle Ribera del Loira, junto al edificio de Ferrovial-Agromán, que estallará a las 9.00 horas», decía una voz de varón. Las llamadas, según mandos de la lucha antiterrorista, se realizaron desde la comunidad de Madrid y con un teléfono móvil de tarjeta prepago.

Las fuerzas de Seguridad dieron por bueno el aviso de forma inmediata. Decenas de agentes de las Unidades de Intervención de la Policía fueron desplazados a la zona, donde comenzaron a desalojar a los numerosos trabajadores que a esas horas se encontraban ya en las oficinas o se disponían a entrar al complejo de cuatro edificios donde se ubica la sede de Ferrovial. Sólo en el bloque de la constructora trabajan cerca de 400 personas.

A las 8.13 horas, los perros adiestrados de los tedax confirmaron que una furgoneta estacionada en la calle Ribera del Loira 42, bajo un puente ferroviario cerca de un descampado y a unos 100 metros de los edificios, contenía explosivos. Los agentes comprobaron que el vehículo había sido sustraído poco después de la medianoche del domingo en el casco urbano de la pequeña localidad madrileña de Navalagamella, a 53 kilómetros al noroeste de la capital de España.

La comprobación tardó unos minutos porque el propietario, un vecino de Pozuelo de Alarcón, no había denunciado aún su desaparición. El vehículo, al que los terroristas no habían cambiado las matrículas, se encontraba a escasos metros de los accesos de la M-40, la segunda circunvalación de Madrid, lo que obligó a cortar varios desvíos con el consiguiente caos en hora punta en una de las principales arterias de la ciudad. Las colas llegaron a alcanzar los diez kilómetros. La zona se convirtió en cuestión de minutos en una gran ratonera, porque los agentes también cortaron durante 45 minutos la línea 8 de Metro que, con parada en el Parque de las Naciones, llega a las terminales del aeropuerto de Barajas.

Explosión atemperada

A las 9.01 horas, cuando los agentes habían desalojado por completo la zona amenazada. la furgoneta estalló. La onda expansiva proyectó restos del vehículo a más de 400 metros de distancia y afectó de lleno a los primeros edificios del complejo: el de Ferrovial y el que comparten la empresa de informática Morse y la farmacéutica Boston.

Mandos policiales aseguraron que no tienen dudas de que el objetivo era la sede Ferrovial y de que el atentado, además de una contestación a las anulaciones de las listas electorales 'abertzales', forma parte de la campaña contra las empresas que construyen la 'Y' ferroviaria vasca.

Ferrovial-Agromán, en unión con Fonorte, ganó en diciembre de 2006 la adjudicación de la construcción de un tramo de 2,4 kilómetros del TAV entre la localidad alavesa de Legutiano y la guipuzcoana de Escoriaza. ETA, que en diciembre asesinó a Ignacio Uría, otro empresario ligado a la construcción de la alta velocidad, avisó el 21 de enero en un comunicado de que continuaría su campaña de atentados contra las empresas vinculadas a la 'Y' de la alta velocidad en Euskadi.

La explosión, que pudo oírse a varios kilómetros de distancia, destrozó buena parte de las fachadas acristaladas e hizo caer decenas de metros de falsos techos, pero no causó daños en las estructuras. Fuentes de la investigación explicaron que dos circunstancias evitaron desperfectos mayores: no toda la carga explosiva de la furgoneta estalló, y cerca de la mitad se quemó por causas aún desconocidas; y, en segundo lugar, el vehículo había sido aparcado en una zona muy abierta, lo que difuminó la onda expansiva y evitó el temido efecto chimenea.

El artefacto dejó un cráter de un metro de profundidad y tres de diámetro, y afectó a unos cuarenta vehículos, de los que cuatro quedaron totalmente calcinados y quince sufrieron daños muy graves. El estallido, además, causó un boquete en uno de los laterales del puente que cruza la M-40. Hasta dos horas después del atentado no se levantó en parte el cordón policial y la mayoría de los empleados pudieron acceder a sus puestos. No obstante, la circulación se vio alterada durante varias horas.