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Opinion

Silencios y matrimonios de conveniencia

No sé qué dirán esos mismos expertos sobre el amor en política. Ahí sí parece evidente que no es eterno, que se rige por los intereses y que lo habitual son los matrimonios de conveniencia. Ejemplos habría para llenar no sólo esta página, sino todo el periódico y posiblemente unos cuantos más. Y uno de ellos lo tenemos en Jerez y estamos asistiendo estos días a las consecuencias que en ocasiones tienen las rupturas trágicas, aunque sea pasado el tiempo.

Wayne Jamison
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Porque de conveniencia habría que calificar, visto lo visto, los matrimonios políticos que han existido en esta ciudad en los últimos años. Y, curiosamente, en todos ha estado Pedro Pacheco, comprometido con la popular María José García-Pelayo durante un tiempo y con Pilar Sánchez en otro. Curiosos compromisos.

Es lo que tiene el tiempo, que, como la distancia, suele tener un efector clarificador de los acontecimientos. No es que siempre ponga a uno en su sitio, como erróneamente suele decirse porque no es así en todas las ocasiones, pero sí que concede una perspectiva que dota a las miras -y los razonamientos- de mayor objetividad. En el caso que nos ocupa se ha demostrado que lo pactos sellados no fueron más que matrimonios de conveniencia. Que unos no se tragaban a los otros y viceversa. Que los recelos eran igualmente mutuos y que se aguantaban porque no les quedaba más remedio. Y, claro, ahora vienen las consecuencias. Les ha estallado un petardo y es como si ahora quisieran callar para que no les detone una bomba de fatales consecuencias.

La actual Alcaldía de Jerez es la que ahora ha destapado la caja de los truenos, entregando a la Fiscalía Anticorrupción documentación que al parecer compromete, y mucho, a Pedro Pacheco. Éste por su parte, y aunque ha tardado varios días en asomar la cabeza, ha reaccionado amenazando con tirar de la manta. Desde entonces poco más ha trascendido públicamente sobre el bautizado como caso Pacheco. Curioso. No sorprende, por tanto, que haya quien sospeche que quizá todos los actores de esta tragicomedia tengan mucho que callar y que hayan optado por un silencio ¿prudente?

El asunto, en cualquier caso, ha provocado también movimientos cuanto menos curiosos. Porque curiosa es la actitud del Gobierno local respecto a algunas informaciones publicadas estos días. Las niega off the record pero no públicamente. No ha emitido ni un comunicado de prensa, cuando acostumbra a hacerlo por todo. Tampoco la alcaldesa ha sido capaz de convocar una rueda de prensa para dar explicaciones a los jerezanos. En fin, serán silencios de conveniencia.

Hay otro matrimonio, en este caso junto a sus hijos, que esta semana no lo han pasado nada bien. Residen en un chalet de la urbanización Montealto y el jueves por la noche vivieron una experiencia que a buen seguro no olvidarán en su vida. Uno de los miembros del matrimonio salió a hacer deporte y cuando regresó a su casa, sobre las nueve y media, fue abordado por unos encapuchados en el jardín. Le obligaron a entrar en la vivienda y, una vez dentro, apresaron a su esposa y a sus hijos.

Amenazándoles con destornilladores y hachas, consiguieron que el hombre accediese a abrir la caja fuerte para que se pudiesen llevar dinero (unos 7.000 euros) y joyas de gran valor.

El miedo permanecerá en sus cuerpos una buena temporada. Lógico. Se trataba de un grupo organizado, posiblemente proveniente de algún país de Europa del Este. Todo indica que el cabeza de familia, un veterinario de 45 años de edad, fue seguido y observado durante un tiempo para estudiar sus hábitos y decidir cómo y cuándo llevar a cabo el golpe. Eran profesionales y violentos. Este ciudadano asegura que hubiesen sido capaces de hacerles daño e, incluso, de matarles si hubiese sido necesario.

Ha querido contar lo sucedido a pesar de todo para alertar a los vecinos de la urbanización y del resto de Jerez del peligro que, según él, corren. Porque considera que igual que esta vez él y su familia han sido las víctima, la próxima le puede pasar a cualquier otro. Pues dicho queda.