Higuaín salva a un Madrid ramplón que fue ayudado por el colegiado
Al equipo blanco le basta con el orden defensivo para ganar los encuentros Los de Juande logran el séptimo triunfo seguido, pero no enamoran al Bernabéu
Actualizado:Siete de siete. El Real Madrid de Juande Ramos, cada vez más parecido al de Capello, sigue a lo suyo. Es eficaz, gana, apenas encaja goles, pero no enamora al Bernabéu. Parte del buen orden defensivo para crecer luego con alguna individualidad. Con eso le basta para consolidar su segundo puesto en Liga y, probablemente, para pelearle la esperada eliminatoria de Champions a un Liverpool que no es el de diciembre, cuando se celebró el sorteo. Razones para el moderado optimismo.
Esta vez fue Higuaín el que marcó la diferencia ante un buen Racing que quizá se mereció el empate y se vio perjudicado por el aragonés Clos Gómez.
De nuevo, el árbitro dejó patente cómo se pita en España a los grandes y a los modestos, lo que representan el Bernabéu o el Camp Nou. Por su dejación de funciones se generó una tángana al término del primer tiempo. Había descontado nada menos que tres minutos, achuchaba el Madrid, pero Pereira enganchó un contragolpe. Fue objeto de falta no señalada, de tres pataditas de Heinze cuando estaba en el suelo y de un pisotón de Cannavaro. Todo quedó impune, igual que un pescozón de Sergio Ramos a Serrano minutos antes y, quizá para compensar, un codo suelto de un jugador cántabro que golpeó a Higuaín en la segunda mitad.
Orden defensivo
Fue el epílogo de un primer tiempo en el que el Madrid fue fiel a lo que hasta ahora pretende su técnico. Defendió con Lass situado por momentos casi como un central más pero careció de un plan ofensivo. Ni Van der Vaart, ni mucho menos Sneijder, escorado a una banda, supieron gobernar el juego.
Todo se sustentaba en los gambeteos de Robben, titular pese a la gripe que le mermó durante la semana, al alma de Higuaín y al oportunismo que siempre se espera de un tipo que, como Raúl, ha igualado nada menos que a Di Stéfano.
Pasaron nada menos que 27 minutos hasta que Toño tuvo que entrar en acción para desviar un derechazo de Robben, que esta vez arrancó desde la izquierda y definió con la derecha, su pierna mala. Es asombroso lo de este holandés. Tiene un andar extraño, como si cojeara y estuviera extenuado, pero en cuanto coge el balón es dinamita pura. Dribla y dribla hasta volver loco a cualquier zaguero. Por más que sepas por dónde va a salir, te la lía.
Robben y el resto
El holandés era el único que lo intentaba en ataque. Por eso llegó la bronca del público camino de vestuarios. Quizás por eso o por la necesidad, el Real Madrid salió enrabietado en la reanudación. Presionó más arriba y enseguida encontró premio.
Un balón largo peinado por Raúl y una bella acción individual de Higuaín, donde falló César Navas al comerse el amago e irse al suelo enseguida. Disfrutaron entonces los blancos de los mejores minutos, pero siempre al salir tras robar el balón, no al elaborar.
Juande movió ficha y permitió el debú de Faubert a costa de dar media hora de descanso a Robben, quien arrojó los guantes al irse. El francés, aparentemente pasado de peso, apenas entró en juego. Ya sin la gran amenaza rival, el Racing recompuso la figura, dominó y se acercó al empate. Pereira, en un mano a mano con Iker, y Zigic, que pudo cabecear pese al empujoncito de Sergio Ramos (si pita penalti no podría quejarse), pusieron en apuros a los locales.