El estigma de la falta de suelo
No es por llevar la contraria ni por hacer un ejercicio de optimismo (que en estos tiempos no cae mal) pero tampoco me parece que eso de que a Cádiz se le haya acabado el suelo sea un estigma. Yo le encuentro múltiples ventajas. No se trata de apoyar las tesis más gaditas que se dejan oír en el Falla (aquello de «ya somos suficientes») pero hay síntomas de que las desventajas pueden darse la vuelta como un calcetín. En primer lugar, carecer de espacio ha desterrado de la ciudad el modelo de viviendas adosadas que tan flaco favor ha hecho a la integración de la población, a esa vieja costumbre de relacionarte (y entrarte a piñazos) con los muchachos del barrio de al lado, de jugar en la vía pública, en definitiva, de dar vida a las calles. Muchas ciudades-dormitorio de Madrid, Barcelona o Sevilla parecen lugares fantasmas del viejo oeste americano. Sin lugar para adosados, tampoco hay para hacer barriadas de pobres y residenciales de ricos. En Cádiz una promoción de viviendas de realojo, como la de Matadero, puede construirse al lado de otras de renta libre y caras, como fueron en su día las de la plaza Jerez. Salvo a los que vienen de Murcia o Madrid, a nadie le escandaliza la posibilidad de compartir vecindad con una familia que a veces no tiene para llegar a fin de mes. Aquí no se puede encerrar a los pobres para que no causen mala impresión. No digo que no se quisiera hacer, sino que no se puede. Eso ha hecho que las relaciones entre personas de diversas clases sociales y económicas sean algo más naturales y no propias del guión de Gosford Park, como pasa en sitios no tan lejanos.
Actualizado:Derivado de la falta endémica de suelo tampoco hay megacentros comerciales de esos que -dicen- arruinan al pequeño comercio y cambian las costumbres de la gente y nos vuelven seres «alienados, consumistas e irresponsables». Ni colegios privados, ni selectos clubs deportivos con derecho de admisión. En realidad, no hay un hueco para viviendas, pero tampoco para todo lo demás. Así que habría que empezar a pensar de verdad en que si no cabemos habrá que mejorar el transporte con los puntos de la Bahía y acercar a los que no pueden quedarse.