Por algo se empieza
El fraude deportivo será delito. El Código Penal reflejará la compra de partidos, pero no de partidos políticos, sino de partidos de fútbol, lo que quiere decir que de momento no se va a investigar en las áreas metropolitanas, sino en las áreas de penalti. Sospecha sobre el césped, últimamente invadido por constructores adinerados y tan listos que no sólo ven crecer la hierba, sino que quieren edificar sobre ella. Por su culpa y por la culpa de gente adosada, el deporte ha dejado de ser «una carrera hacia la limpieza», como soñaron los hermanos Goncourt, por cierto menos célebres en Francia que los hermanos Álvarez Quintero entre nosotros. Nadie duda de que la corrupción haya llegado a los estadios, pero es llamativo que haya detectives para inspeccionar a los árbitros y escaseen los encargados que deben ocuparse de investigar a los que se dedican a arbitrar nuestra convivencia.
Actualizado:Habría que aclarar la conducta de algunos jueces antes que la de los jueces de línea. «Esto es un lodazal de dossiers para chantajear a altos cargos», han denunciado los señores de la Oposición en la Asamblea cenagosa de Madrid. Otros hablan de cuantiosos sobornos a los más acreditados tránsfugas, ambos ex secretarios de Organización del Partido Socialista de Madrid. Para saber la verdad de lo que está pasando en la llamada «guerra de los espías» habría que hacer submarinismo en las letrinas, pero lo que vamos a hacer preferentemente es tomar medidas contra los amaños deportivos. Por algo se empieza. En el deporte abundan los granujas, pero no en mayor proporción que en la política, lo que pasa es que en las cuestiones de higiene también debe haber prioridades y sobre todo no utilizar unas como cortinas de humo para que no se aclaren las otras. Menos mal que siempre nos quedarán Nadal y Messi.