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Bueno, bonito... y demasiado barato

Intentan estafar tres veces en unos días a un usuario que busca un apartamento de alquiler en Cádiz

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Encontrar un apartamento de alquiler que sea capaz de aunar las necesidades y las posibilidades económicas del aspirante a inquilino es una tarea difícil. Y más aún en una ciudad como Cádiz que, por varias razones, resulta más complicada en este aspecto que otras capitales andaluzas y del resto de España. Una dificultad añadida a la hora de buscar una nueva vivienda es la de no encontrar tiempo durante el día, que es cuando se está en el trabajo. Pero llegaron las nuevas tecnologías y nos permitieron ver la oferta inmobiliaria cómodamente desde casa.

Escudriñé varios portales internéticos especializados en el tema de vivienda. Y apareció un anuncio con muy buen aspecto, aunque éste no fue el más sangrante. 480 euros por un apartamento de dos dormitorios, totalmente amueblado y equipado con todos los electrodomésticos imaginables. Y todo ello en inglés. No es descabellado que unos británicos puedan tener un piso en la ciudad, así que les envío un correo electrónico. El supuesto propietario contesta en unas pocas horas y en inglés, de nuevo. Se presenta como Romerio Phillip, sacerdote -aunque no especifica de qué religión, menciona a su esposa, así que es fácil entender que es fiel de una de las iglesias nacidas tras Lutero-, y excusa su interés en arrendar la propiedad en que ha tenido que partir al Reino Unido y que próximamente se irá de misionero.

Solicita una serie de datos personales e inquiere cuántos meses de adelanto del alquiler estoy dispuesto a pagar. Pese a habérselo pedido, no da ningún dato sobre la localización exacta del apartamento. Con la sospecha sobrevolando el teclado, le explico que no le daré ningún dato personal si no me da la dirección de la vivienda. También le exijo ver la finca antes de soltar un solo euro. Nunca más volví a saber del pastor Romerio. Unos días después, localicé un piso de similares características, con un dormitorio más y por sólo cien euros más. La respuesta fue idéntica a la anterior. El mismo texto, con la única diferencia de que, en esta ocasión, el cura protestante se presentaba como el pastor Felix Mark. Es sorprendente la cantidad de sacerdotes ingleses que cuentan con una vivienda en Cádiz.

El remate

Una chica que se presenta como Emily Bennet -otra inglesa- alquila por 450 euros un piso en Cortadura con dos dormitorios, totalmente amueblado, con plaza de aparcamiento, conexión a internet, aire acondicionado, televisión por cable y otros equipamientos adicionales. Pero, oh casualidad, también ha tenido que irse de Cádiz apresuradamente y no ha podido dejar el asunto en manos de una inmobiliaria. En un intercambio de correos explica que es ingeniera y que su empresa acaba de trasladarla a Grecia. Y propone un método para que pueda ver el piso antes de firmar el contrato de arrendamiento. Ella entregará las llaves en la empresa de mensajería internacional TNT. Yo tendré que pagar dos meses de alquiler por adelantado a nombre de un agente de esta empresa mediante un método vía web llamado MoneyGram. Emily me asegura que el empleado de TNT viajará a Cádiz con las llaves y el contrato firmado por ella una vez que realice la transferencia. Si me quedo con el piso, lo rubrico y tomo posesión del apartamento. En caso contrario, me asegura que me devuelven el dinero en el acto. El asunto no huele demasiado bien, pero accedo.

Sólo le di mi nombre completo y dirección de correo electrónico (cosas que ya tenía tras el intercambio de mensajes previo). Dos días más tarde recibí un correo con el membrete de TNT. Insisten con el tema de la transferencia y facilitan la persona y dirección a la que debo dirigir la operación económica a través del sistema MoneyGram. Ya que tengo el nombre y dirección del supuesto empleado de la empresa de mensajería, me pongo en contacto con su central en España para corroborar si se trata de un servicio que prestan y que el agente griego forma parte de su plantilla. Me pasan con atención al cliente, comienzo a explicar el asunto y me cortan a los pocos segundos para decirme: «Es un fraude».