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Alcaldes de la Valonia belga decretan el toque de queda por la delincuencia juvenil

Los alcaldes de las pequeñas poblaciones de Valonia, el sur de Bélgica, no se andan con miramientos: ¿que pandillas de jóvenes alborotan por la noche y queman coches, aunque sea sólo un par? Pues toque de queda.

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Eso es lo que ha sucedido en Courcelles, una mancomunidad de 30.000 habitantes localizada en Hainaut, la zona más deprimida del país. La componen la propia Courcelles, Gouy-lez-Piéton, Souvret y Trazegnies. Las últimas semanas, en especial en el barrio de Trazegnies, grupos no identificados de jóvenes alborotadores habían protagonizado una escalada de violencia: el chófer de un autobús fue atracado y le robaron 95 euros, a otro lo amenazaron de muerte, dos coches aparecieron quemados y, en general, los habitantes de la zona se sentían inseguros por la presencia de grupos en actitudes chulescas.

Axel Soeur, el alcalde socialista de Courcelles, con jurisdicción sobre Trazegnies, decidía el lunes cortar por lo sano: los menores de edad tienen prohibido desde entonces andar por la calle de 11 de la noche a 6 de la mañana, y en Trazegnies, la zona más caliente, la prohibición se extiende a los grupos de más de cinco personas, que no pueden formarse y transitar por la calle de 10 de la noche a 6 de la mañana. Y por espacio de dos semanas.

Mientras, las patrullas policiales nocturnas han sido triplicadas (cuadriplicadas en fines de semana) y el Ayuntamiento se ha comprometido a contratar a más educadores de calle.