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UCA. La Facultad de Filosofía y Letras cerró sus puertas. / Ó. CH.
Ciudadanos

El tornado que nunca existió

Un aviso de la Junta ante la posible llegada de un tifón provoca la alarma en la Bahía de Cádiz Institutos y colegios adelantaron la salida de los alumnos y la UCA suspende clases y exámenes

MIGUEL D. GARCÍA
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Un tornado arrolló ayer la Bahía de Cádiz, aunque no era de viento ni causó destrozos materiales: el tifón era de miedo y alarmismo y se fue enroscando sobre sí mismo, agrandándose como una bola de nieve, transmitiéndose de boca en boca a lo largo de la mañana, causando cierto eco en algunos medios de comunicación: se esperaba la llegada de un tornado (esta vez de los de verdad) que aparecería en algún punto de la Bahía.

La imagen de destrozos que la semana pasada provocó un tornado en la estación de autobuses de Málaga capital estaba aún reciente en la retina de muchas personas. Y el fuerte temporal de viento y lluvia que desde bien temprano azotaba la provincia parecía corroborar el temor a esa amenaza concreta: el tornado.

La incertidumbre se adueñó de parte de la población gaditana, que de manera espontánea (aunque ordenada) se movilizó para tomar medidas preventivas, desde cerrar a cal y canto casas, tiendas y restaurantes (incluso en pleno horario comercial), hasta el desalojo de los niños que estaban a esa hora en clase, en algunos casos por petición explícita de los padres y en otros por sugerencia de los propios centros educativos. Aunque la Junta confirmó que desde Educación no se ordenó la clausura de las clases.

Incluso las facultades de la Universidad de Cádiz cerraron sus puertas, suspendiéndose así clases y hasta exámenes: «Por motivo del temporal», explicaba un cartel en el edificio de Filosofía y Letras, que no hacía mención al tifón. Otros edificios públicos, como el polideportivo Ciudad de Cádiz, también clausuraron sus servicios.

No hubo escenas de pánico, afortunadamente, aunque la rutina de las ciudades de la Bahía se trastornó, especialmente en los horarios de vuelta a casa del trabajo y del colegio, que se adelantaron para muchos trabajadores y niños por miedo a que el tornado los pillara fuera de casa.

¿Se trataba de un bulo, de una información contrastada o de un aviso de las autoridades ante el temporal? En realidad, resultó ser una mezcla de todo, fruto de la imprudencia de introducir una previsión tan alarmante como un tifón en la cadena de alertas meteorológicas habituales en un día como ayer.

El nacimiento de la información se originó al medio día: en una nota de prensa de la Consejería de Gobernación de la Junta que, según sus competencias, anunciaba a través de los medios de comunicación algunos consejos pertinentes ante la «alerta naranja» que se activó por la lluvia y viento. De este modo, la Junta aconsejaba «no usar vehículos» y «alejarse de zonas peligrosas por caída de árboles, carteles o cornisas». Sin embargo, además de las previsiones de lluvia y viento, se coló la coletilla de que Protección Civil «no descartaba la posibilidad de un tornado». La chispa se disparó. Y la palabra corrió como la pólvora. La nota de prensa tampoco precisaba (como sí lo hizo la AEMet) que la «alerta naranja» se declaraba «en Grazalema, la Campiña y la costa gaditana», sin precisar la comarca de la Bahía y mucho menos Cádiz capital. Eso no evitó que el Ayuntamiento gaditano activara el Plan de Emergencias para la ciudad, que la propia alcaldesa, Teófila Martínez, encabezó.

Mientras tanto, en pocos minutos la información cruzaba la Bahía desde Rota hasta San Fernando, aliñada con todo tipo de detalles que acabaron por convertir la «posibilidad» en certeza. Y Cádiz era el epicentro.

Fuentes de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMet), consultadas por este periódico, corroboraban a media mañana la «alerta naranja por temporal» y desmentían -no sin cierta sorpresa ante la pregunta- que hubieran incluido la previsión de un «tornado» entre sus avisos meteorológicos. De hecho, explicaban, este tipo de fenómenos son «prácticamente imposibles de predecir».

Cadena de alertas

La AEMet es la encargada de establecer el nivel de alarma y es la que transmite el aviso meteorológico a la Dirección General de la Protección Civil (dependiente del Ministerio del Interior), que a su vez lo traspasa a los servicios de Emergencia 112 de las diversas comunidades autónomas, en este caso de la Junta de Andalucía.

Por último, la alerta pasa desde este eslabón de la cadena a los diversos dispositivos de emergencia de la provincia, como los Bomberos o los hospitales, que activan sus propios protocolos de emergencia, con medidas como el refuerzo de personal en Urgencias, o la habilitación de todas las camas. También se despeja todo lo posible las puertas de entrada y se coordinan las acciones con los equipos del DCCU y del 061. Ayer, la Delegación de Salud se encargó de avisar de la «alerta naranja» a los centros médicos gaditanos, aunque la actividad en los mismos no se vio alterada en toda la mañana, ni siquiera por efectos de la lluvia y el viento, según fuentes de la Junta.

Poco a poco, el temporal fue remitiendo, y a las 17.30 horas la Agencia Meteorológica desactivaba el nivel «naranja», para suavizarlo con un tranquilizador «amarillo» -riesgo bajo- por lluvia y viento. Siguiendo la cadena de avisos, una nueva nota de la Junta de Andalucía daba cuenta de ello. También en la calle los ánimos se fueron calmando, al mismo ritmo que la intensidad de las lluvias. Y con humor gaditano, el temido tornado se convirtió en suaves suspiros de alivio.

mgarcia@lavozdigital.es