OLEAJE. El temporal de viento y lluvia azotó con fuerza la Bahía, provocando grandes olas como ésta, ayer en Cádiz. / ÓSCAR CHAMORRO
Ciudadanos

«Decían que venía por La Caleta»

Durante toda la mañana la noticia del ciclón se fue cargando de rumores

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Del rumor al temor. Del temor a la tranquilidad. Y de la tranquilidad a las risas. Por todas las fases pasaron ayer los gaditanos ante la amenaza del tornado, un fenómeno meteorológico que, sin embargo, no resulta tan extraño en la Bahía, ya que de hecho, hace poco más de un año (en septiembre de 2007) la capital sufrió uno a sus espaldas, de cara a la Bahía. Y apenas dos meses después, otro ciclón con vientos de hasta 100 kilómetros por hora cruzaba Chiclana dejando a su paso daños de diversa consideración en naves y viviendas.

Sin embargo, ninguno como el de ayer (y eso que ni siquiera existió) causó tanto temor entre los gaditanos. Ni tanta rumorología. «Ha sido la conversación de la mañana, con la gente preocupada», afirmaba, ya entre risas, Tina Casal, la encargada de un ultramarino de la Avenida, que contaba cómo «una mujer entró diciendo que un policía le había contado que se fuera para casa, porque el tornado venía por la Caleta». Casi nada.

No quedó ahí la cosa. Y es que ayer, se dijo casi de todo. Que si procedía desde Sanlúcar, que si afectaría al barrio de la Viña. Hasta se le puso hora de llegada, como a los trenes de Cercanías: primero, que si a las 14.00 horas, luego a las 16.00 horas y por último a las 18.00 horas. Finalmente, como los trenes, el ciclón también se retrasaba.

«Yo fui a recoger a mi hijo al colegio a la misma hora de siempre, y al abrir la puerta nos dijeron: 'vais a ir todos a la clase a por ellos, que por lo visto hay una alerta por un tornado'», relataba por su parte Eva Otero, una madre gaditana que reconocía que pasó cierto susto: «Yo no veía cuando iba a llegar a la clase. La escalera se me hacía eterna». Otros muchos padres se adelantaron a la hora de cierre para recoger a sus hijos. «Llamaron para pedirnos que los chicos salieran antes, aunque quedaban sólo 10 minutos para el final de las clases. Estaban todos muy nerviosos, así que los dejamos ir», explicaba un profesor del colegio La Salle Viña.

En la otra punta de la capital, en el Instituto Bahía de Cádiz, los profesores del turno de tarde se hallaron sin alumnos. «No hay casi nadie, así que a lo mejor cerramos», explicaba la jefa de estudios. «Mis niños salen del colegio a las cinco y me los llevé a las dos y media», reconocía Víctor Sánchez, dueño de un restaurante del Paseo Marítimo que no cerró.

«En la Laguna, todo el mundo hablaba de lo mismo», decía por su parte Santiago Chapela, que vio cómo horas antes, muchos vecinos habían cruzado con pánico por el bar en el que tomaba ahora un café. También recuerda cómo hace «30 años un tornado rompió toda la balaustrada del mirador de Santa María del Mar». «Esto, mañana [por hoy] sale en el Falla en un cuplé, seguro», bromeaba Santiago. Aunque no hizo falta esperar tanto y ayer, el coro de Valdés lo metió en su repertorio.