VUELTA A CASA. Mendicutti, en la Biblioteca Provincial. / M. GÓMEZ
EDUARDO MENDICUTTI ESCRITOR

«Todos manipulamos la memoria que no podemos borrar»

El autor de 'Ganas de hablar' diseccionó ayer en Cádiz las complejas relaciones entre los recuerdos, la realidad y la ficción como «materiales creativos»

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«Ayer mismo estuve hablando con las hermanas Caballero», le dijo un paisano de Sanlúcar a Eduardo Mendicutti, tras un encuentro fortuito en la capital. La cosa no hubiera tenido la mayor importancia si no fuera porque las hermanas Caballero no existen. Son tres de los curiosos personajes que pueblan el universo infantil del protagonista de El Palomo cojo, una de las novelas de referencia del escritor gaditano.

La anécdota sirvió ayer al autor para ilustrar las extrañas relaciones que se establecen, de forma autónoma, entre memoria, realidad y ficción. «Caben dos posibilidades, aunque a mí me gusta más la segunda: que haya tres hermanas en Sanlúcar que se crean realmente que son las Caballero de mi novela; o que las hermanas Caballero de mi novela hayan sido capaces de escapar de la historia y estén viviendo en Sanlúcar», bromeó el autor.

En un entretenido diálogo con José Jurado, Mendicutti reivindicó la necesidad de que la literatura vuelva a mirar «a la realidad», porque la novela de hoy «es algo burguesa, cerrada y endogámica». «Lo normal es que se traten conflictos existenciales o emocionales de escritores, artistas, arquitectos... ¿Pero por qué no se habla de los obreros, de la gente de la calle, de las fábricas?», se preguntó. Quizá haya cierto miedo «al costumbrismo, que es un término muy devaluado, una etiqueta que se suele usar con mala intención». No obstante, «habría que plantearse recuperar algunos de los principios de la novela social de los 50, aunque sometiéndolos a las nuevas técnicas, a los nuevos lenguajes, a las nuevas realidades», argumentó. Mendicutti jugó con el difuso concepto de autobiografía para formular algunas de las opiniones más interesantes de su intervención. «Muchos de los lectores creen realmente que soy el protagonista de todas mis ficciones, sólo porque escribo en primera persona; ese fenómeno de identificación, que puede ocasionarte algunos problemas, tiene también una cara positiva: quizá la historia esté tan bien contada, y los personajes gocen de tanta credibilidad y verosimilitud, que es más sencillo pensar que lo he vivido a que me lo he inventado».

En cualquier caso, la capacidad del ser humano para «manipular su propia memoria es infinita, porque siempre es más fácil manipular los recuerdos que borrarlos, y así nos quedamos sólo con lo satisfactorio». Esa «tendencia, natural y humana», en el caso de los creadores «adquiere categoría de arte». Porque «no sólo juegas con lo que has vivido, sino también con lo que has soñado, imaginado, visto, oído, leído... Todo eso también es tu biografía». Pero, además -sentencia Mendicutti-, «no cuentas realmente lo que pasó, sino que quizás cuentas lo que contaste la última vez que contaste algo que realmente te pasó».

dperez@lavozdigital.es