VArios manifestantes portaban viñetas cómicas publicadas en los medios de comunicación en relación a la visita de Merkel. / EFE
Sociedad

Merkel critica al Papa por permitir el negacionismo

La canciller alemana lamenta la rehabilitación del cardenal lefebriano que puso en duda el Holocausto judío

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Durante 60 años, ningún jefe del Gobierno alemán se atrevió a inmiscuirse en los asuntos internos de la Iglesia católica, y la jerarquía respondió de la misma manera. Pero el escándalo que nació hace unos días cuando Benedicto XV decidió perdonar a cuatro obispos lefebristas, uno de ellos un fanático negacionista del Holocausto, acabó con la tradición y, ayer, en un gesto inédito, la canciller Angela Merkel se sumó al numeroso ejército alemán de críticos con el Papa y exigió a Benedicto a que deje claro que el Vaticano no tolera la negación del Holocausto.

«Por lo general no valoro ni comento las decisiones internas de la Iglesia: sin embargo, no puedo dejar de hacerlo cuando hay principios de por medio», dijo la canciller. «Por parte del Vaticano y del Papa tiene que quedar definitivamente claro que no se permite el negacionismo y que debe haber un trato positivo con el judaísmo», añadió la canciller.

El Vaticano reacciono a la crítica de la canciller con un breve desmentido dado a conocer por el portavoz, Federico Lombardi, quien destacó que las palabras de condena de Benedicto XVI eran «clarísimas». «La condena de las declaraciones negacionistas del Holocausto no han podido ser más claras y resulta evidente que también se refería a la posición de monseñor Williamson y a todas las posiciones análogas», dijo el portavoz. Angela Merkel no fue la única que ayer alzó su voz para criticar la decisión del Papa de levantar la excomunión de los cuatro obispos lefebristas. En una rebelión abierta y sin precedentes contra la autoridad papal, varios obispos germanos se atrevieron a criticar a Benedicto XVI. El ex presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Klaus Lehmann, calificó la decisión papal como una «catástrofe» para los sobrevivientes del Holocausto y exigió una disculpa categórica del Vaticano «al más alto nivel». «El Papa debe dejar claro que negar el Holocausto no es un delito de caballeros cualquiera», dijo el cardenal. «Muchos católicos están profundamente decepcionados del Papa», añadió.

El cambio de opinión del cardenal provocó una nueva avalancha de críticas, esta vez desde el interior de la jerarquía católica alemana. Cuatro influyentes obispos sumaron sus voces a las de Lehmann, después de constatar la inquietud que existe entre los fieles, y todos sugirieron, con matices diferentes, que Benedicto XVI debía reconsiderar la rehabilitación del obispo Williamson.

«El que niega el Holocausto no puede pertenecer a la Iglesia católica», sentencio el arzobispo de Múnich, Reinhard Marx. «Rehabilitar a un negacionista del Holocausto será siempre una mala decisión. Estamos abocados a una gran pérdida de confianza», aseveró el arzobispo de Hamburgo, Werner Thissen.

Del orgullo al malestar

Reinaba otro ambiente en el país hace cuatro años cuando el entonces cardenal Joseph Ratzinger se convirtió en Benedicto XVI. La designación de un Papa alemán llevó al periódico Bild, el más vendido en el país, a publicar en su primera página un titular de antología y que reflejaba el sentimiento popular que reinaba entonces en el país. «Somos todos Papa», fue el titular del rotativo.

Casi cuatro años después del magno acontecimiento, el Bild cambia radicalmente y publica un duro editorial donde, bajo el titulo «¿Infalible?», señala que el Papa ha cometido un grave error. «Benedicto XVI está causando un grave daño a la imagen de Alemania en el mundo», señala el periódico, para luego recordar que el daño es doble porque el Papa es de nacionalidad alemana. En la misma línea, Der Spiegel titulaba su edición del lunes: El ausente. Un Papa alemán ridiculiza a la Iglesia católica.

El famoso teólogo Hans Küng fue aún más lejos al pedir la renuncia de Benedicto XVI. «El problema central es el propio Papa, porque para él lo más importante es la llamada verdad y el poder de su propia Iglesia», manifestó.