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EL LABERINTO

Un ejercicio de cinismo

IDELFONSO CÁCERES
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El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la palabra cinismo como: «desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables»; «imprudencia, obscenidad descarada». La persona cínica se equipara a la desvergonzada, al punto de expresar tal actitud por medio de la burla y del sarcasmo. Y aunque para los miembros de la Academia tal expresión nunca ha sido considerada como insulto (pues el cinismo viene de lejos, ya que cínicos eran los miembros de una escuela de filosofía nacida en la antigua Grecia por escisión entre los discípulos de Sócrates, de la que Diógenes fue su más notable representante), ninguna duda podemos albergar de que la persona cínica, cuando menos mantiene una conducta a todas luces reprochable.

Viene esta entradilla a cuento porque entre la clase política es frecuente el ejercicio del cinismo, ya sea de forma voluntaria o no. Leía en las páginas de La Voz de este pasado domingo, el primer balance que la Alcaldesa de Jerez ha efectuado con relación a la presencia de nuestra ciudad en la pasada edición de Fitur -Feria Internacional del Turismo- que, como saben, se celebró la pasada semana en Madrid. Según afirma nuestra regidora, esta edición de Fitur ha sido «la más rentable de todas, porque es donde mejor hemos podido vender nuestros productos».

Hasta aquí nada que objetar, pues este trabajo, de ser cierto, debe satisfacernos a todos. Doña Pilar explica que se han presentado en Madrid nuestros grandes eventos, desde la Semana Santa al mundial de motociclismo, y, lo que es más importante, se han mantenido importantes reuniones con empresarios del sector, que podrían traducirse en una mayor presencia de Jerez en los circuitos turísticos, así como en mayor número de viajeros o de pernoctaciones en nuestra ciudad. ¿Simplemente fantástico!

Sin embargo el ejercicio de cinismo que da titulo a estas líneas, llega seguidamente cuando la Alcaldesa completa sus declaraciones con otras frases, según las cuales: «ha sido el Fitur más barato de todos, no hemos necesitado colocar el stand del mundo mundial, sino que hemos utilizado las instalaciones de Diputación». Y por si no se hubiera quedado a gusto, concluye afirmando que: «hemos hecho lo que teníamos que hacer, de forma austera, con responsabilidad, seriedad y eficacia».

¿Qué opinan sobre estas declaraciones?, ¿son o no un auténtico ejercicio de cinismo? Sin descartar «a priori» que este columnista se esté volviendo suspicaz con la edad, espero coincidan conmigo en que desde ahora nadie podrá quitarnos de la mente la idea de que, estos años atrás, Jerez ha acudido a Fitur con un stand a todas luces innecesario, cuando es la propia Alcaldesa quien considera suficiente el de la Diputación Provincial. Pero si lo del stand todavía puede tener justificación, por aquello de que en época de vacas gordas se vende mejor imagen con stand propio, ¿qué me dicen de la presencia de nuestros representantes en Fitur? Este año -y sigo al pie de la letra las palabras de la Alcaldesa- han ido a Fitur «para hacer lo que tenían que hacer». Por tanto, ¿cabe entender que en anteriores ocasiones se ha ido a Fitur para no hacer nada o, peor aún, para hacer el tonto? Además, concluye Doña Pilar, se ha hecho «de forma austera, con responsabilidad, seriedad y eficacia». Por ello, ¿es posible considerar que en anteriores ediciones nuestra presencia en Fitur se ha guiado por criterios de despilfarro, irresponsabilidad, informalidad e ineficacia? Y, en cualquier caso, ¿por qué se justifica ahora la presencia de Jerez en Fitur, cuando durante tantos años se han malgastado auténticas fortunas sin explicación alguna?

Pongamos las cosas en su sitio: cada vez que los políticos acuden a Fitur, viajan con cargo al dinero que los contribuyentes pagamos en la creencia de que servirá para nuestro mayor nivel de vida. Si resulta que criterios tales como: «austeridad, responsabilidad, seriedad o eficacia», sólo salen a relucir cuando la crisis hace estragos en la economía, lamento pensar que algunas declaraciones se convierten, voluntariamente o no, en un auténtico ejercicio de cinismo