Una de autobuses

Podría haber escrito hoy sobre los mil y un temas que se comentan en la calle: la investigación a Pedro Pacheco, el fallo contra las objeciones de conciencia a Educación para la Ciudadanía o la gala de los Goya del domingo. Tal y como están los ánimos, puede que reciba esta semana más de una airada respuesta a esta columna dedicada a la nueva red de autobuses urbanos, pero allá va.

Entiendo que los nuevos itinerarios hayan cambiado las costumbres de muchos jerezanos que ya se habían habituado a un horario, a una determinada duración del trayecto y a unas paradas concretas. Pero lo cierto es que a mí sí que me ha beneficiado el cambio y que conste que trabajo en pleno centro.

Qué quieren que les diga: hace menos de un mes tardaba más de media hora en llegar desde la avenida León de Carranza a la Alameda Cristina. Y me recorría todo San Benito montada en el autobús admirando los paisajes del barrio. Y eso sin hablar de la frecuencia de paso de los vehículos rosados, que a veces superaba los sesenta minutos.

En la última semana, he aprovechado la gratuidad del transporte público y he comprobado que tardo menos de quince minutos en llegar de la puerta de casa a la redacción. Y no pasa nada si pierdo el autobús de las diez y media porque se me haya quemado la tostada ya que a las once menos cuarto pasa otro.

Aunque aún no hemos alcanzado la eficiencia de otras ciudades en cuanto a transporte público, creo que podríamos estar en el camino. En Sevilla los autobuses son rápidos y conectan todos los extremos de la ciudad. Cuentan con sus carriles específicos para no sufrir y ni contribuir a los atascos y muchísima gente con vehículo propio prefiere desplazarse en bus. ¿Llegaremos a eso en Jerez?