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Rebelde de su destino
El fiscal pide duras penas de hasta 18 años de prisión para los padres de una niña mauritana obligada a casarse La historia de esta pequeña de Puerto Real sacó a la luz el choque de dos culturas irreconciliables en algunos aspectos
Actualizado: GuardarEl humo ha conseguido escaparse por la ventana de una cocina y ha inundado el patio de un bloque de viviendas del centro de Puerto Real. Huele a pescado frito, no hay peligro: «Alguien está cocinando», sonríe una anciana dispuesta a salir a la calle. El timbre suena y una joven abre la puerta. Tiene una melena negra a juego con una lozana cara tostada. Sus rasgos te alejan de la Bahía por un momento, pero en un perfecto acento gadita le grita a su madre para que se acerque; quién lo diría que sus raíces están en Mauritania. De inmediato se refugia en el salón, sabe que la están buscando. Ésta es la historia de una pequeña, que decidió rebelarse ante un destino que otros pactaron por ella.
Hace más de un año y medio fue la protagonista de una dolorosa noticia, del resultado de un choque brutal de culturas irreconciliables en algunos aspectos. Por esas fechas era una niña de 14 años que acababa de denunciar a un primo lejano suyo, que según las leyes mauritanas, es su esposo. La había obligado a ejercer de esposa amante en una ocasión, pese a la negativa de ella. Esa experiencia traumática para cualquier adolescente occidental, que a esa edad sueña con amores platónicos, no la pudo digerir con el apoyo de su familia biológica porque su padre y, en especial, su madre la forzaron a que cumpliera como señora de. Por suerte para ella, tenía el refugio de su familia puertorrealeña, la que le había criado desde que tenía tres años; de ese «padre» y de esa «madre» como ella misma los llama. «Está bien, aunque sigue acudiendo al psicólogo», comenta esta vecina de Puerto Real que un día decidió echar un cable a un matrimonio de inmigrantes vecino, necesitado y con pocos recursos para llevar hacia delante una niña pequeña, que en 1992 había nacido en Puerto Real.
Agresiones y amenazas
El relato de los hechos hasta ahora plasmado es una versión suavizada del escrito de acusación del fiscal, que ha solicitado penas que oscilan de los 10 a los 18 años para los padres biológicos de la menor y para su esposo por supuestos coacciones, amenazas, maltrato, violación y delito contra la integridad moral cometidos supuestamente sobre una adolescente, forzada a ingresar en la etapa adulta de su vida. «No tenemos abogados. Estamos en manos del fiscal y esperamos que se solucione todo lo más pronto posible».
Su historia dejó de ser anónima el 4 de junio de 2007. La menor se había escapado de la casa de sus padres biológicos en Puerto Real y en compañía de la familia española acudió a un centro hospitalario. Tenía signos evidentes que había sido forzada a mantener relaciones y los facultativos corroboraron lo que ella misma les aseguraba.
El supuesto autor de la agresión sexual había sido su marido, con quien contrajo matrimonio en una boda pactada y con la que ella no estaba de acuerdo, según la Fiscalía, en diciembre de 2005, en Mauritania. Ella tenía 13 años y su esposo, El Moctar O. A., 42. Su nueva vida, donde se incluían relaciones sexuales no consentidas, le llevó a enfermar. En abril de 2006, su madre aceptó traerla de nuevo a Cádiz, donde se había criado, para que recibiera asistencia médica. La menor también les convence de que quiere regresar con su familia española. Pero la normalidad en su vida ya no era posible, sus progenitores le insistían que mantuviera contacto telefónico con su esposo. Su madre, según recoge el escrito del fiscal, le llegó a amenazar con frases espeluznantes como que «la iba a lapidar y la primera piedra la tiraría ella, que la iba a matar, a quemar, a mandar a Mauritania y a quitarle la residencia».
Pero la peor de las amenazas para la menor, que trataba de encauzar su vida de adolescente, llegaría el 30 de mayo de 2007. Ese día desembarcaba en Tarifa su esposo, quien iba de camino a Alemania por trabajo, pero había decidido antes pasar una pequeña temporada en Cádiz con su familia política.
Esa jornada, la menor fue obligada a cambiar de residencia y trasladarse a pocos metros de distancia, a la casa de sus progenitores biológicos, donde debía esperar a su esposo. La primera noche pudo esquivar estar con él; la segunda no fue posible. La mañana siguiente buscó, de nuevo, la ayuda de la familia española y de ahí a la Comisaría para prestar declaración contra los suyos.
Detenidos y a prisión
Su marido y su madre, detenidos, fueron enviados a prisión; también fue arrestado su padre, que quedó en libertad con cargos. Contra pronóstico, la familia mauritana hizo piña y acusó a su hija de tergiversar la realidad; que las relaciones que había habido fueron consentidas y que el matrimonio era válido. Incluso en la puerta de los juzgados mostraron a quien estuviera interesado los papeles del matrimonio.
La Fiscalía ha descartado ahondar en la legalidad o no de ese enlace. Ésa era una de las cuestiones más complejas de un asunto que requería acudir al Derecho Internacional, ya que con el Código Civil español en la mano, sólo se permiten los matrimonios entre y con menores siempre y cuando estén emancipados. Si bien el ordenamiento jurídico no permite enlaces, aunque se celebren fuera del territorio español, si algún contrayente ha sido obligado.
Los argumentos del Ministerio Público se ciñen en acusar el tratamiento recibido por la adolescente y la última supuesta agresión sexual que sufrió por su esposo. Para él solicita 10 años de prisión y las penas más duras las califica para los progenitores biológicos por permitir supuestamente la violación -18 años solicita para la madre y 16 para el padre, junto a la inhabilitación especial para los derechos de la patria potestad-.
La menor trata una vez más de normalizar su vida, pero aún su familia española no tiene legalmente ningún papel que les diga que es su hija: «Estamos esperando que se resuelva el procedimiento. Ella se encuentra de vez en cuando al padre, pero no le dice nada y parece que se han desentendido de ella». ¿Cuándo es el juicio? Todavía no está señalada la vista oral en la Audiencia Provincial, el último mal trago que debe pasar esta joven rebelde.
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