PROPUESTAS. Patxi López durante un acto de su partido ayer en Bilbao. / LUIS ÁNGEL GÓMEZ
ESPAÑA

El PSE fía su victoria en Euskadi a la desmovilización del electorado nacionalista

Los sondeos apuntan una tendencia al alza de los socialistas de Patxi López frente al estancamiento del PNV

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El Partido Socialista de Euskadi (PSE) tiene posibilidades ciertas de desalojar a los nacionalistas del Gobierno vasco, según reconocen propios y extraños, pero para que esas perspectivas se cumplan es necesario, entre otros elementos, que una parte del electorado del Partido Nacionalista Vasco (PNV) no se movilice el 1 de marzo. Un objetivo que los socialistas ven posible por el desencanto del sector más posibilista de ese partido con la estrategia soberanista de Juan José Ibarretxe. Mientras llega el día de las votaciones, los sondeos que manejan las fuerzas políticas coinciden en apreciar una tendencia al alza del PSE y un estancamiento del nacionalismo, lo que implica que, a un mes de los comicios, estén igualados.

El socialista Patxi López puede ser el primer lehendakari no nacionalista. Desde las primeras elecciones al Parlamento vasco, en 1980, el PNV ha gobernado sin interrupción; ora en solitario durante la etapa de Carlos Garaikoetxea; ora con los socialistas en la fase de José Antonio Ardanza; o mediante un acuerdo tripartito con otras fuerzas nacionalistas bajo los mandatos de Ibarretxe. El PSE puede acabar con 29 años de régimen peneuvista siempre que se confirme la tendencia apuntada en las anteriores elecciones autonómicas de 2005 y, sobre todo, en las generales de marzo.

Para que se produzca el relevo concurren razones sociológicas y políticas, aunque las primeras sin ser irrelevantes no son determinantes. El factor clave, reconocen fuentes socialistas y nacionalistas, es político, es el desgaste del nacionalismo tras casi tres décadas en el poder, una erosión acentuada en los últimos ocho años por la apuesta independentista del lehendakari y sus socios. Esta opción, plasmada en el derrotado plan Ibarretxe y el frustrado referéndum sobre el derecho de autodeterminación, no contó con la unanimidad del PNV, y un sector cada vez más amplio se distanció de esas aventuras. Esta facción, cuyo más claro exponente fue el fugaz presidente del partido Josu Jon Imaz, no se sentiría cómoda en un tercer proyecto con el mismo lehendakari al timón. Los socialistas vascos se sienten con opciones de gobernar, pero al mismo tiempo les invade el vértigo y el temor a generar unas expectativas que las urnas pueden defraudar. Se han puesto como primera tarea evitar el frentismo y superar la dialéctica nacionalista no nacionalista, puesta en práctica en 2001 con Jaime Mayor Oreja a la cabeza de una sociedad PP-PSE y que desencadenó una movilización nunca vista en la que Ibarretxe forjó su victoria más espectacular.

Trasvase de votos

El PSE, recuerdan dirigentes de este partido, alcanzó su mejor resultado en las autonómicas de 1986, con el PNV escindido, cuando cosecharon 19 escaños; ahora, subrayan, «tenemos 18, y pasar a 28», que es la cifra que dan sus encuestas, es «un salto tremendo».

La dirección federal del PSOE, sin embargo, dice que los datos son tozudos. Fuentes de la ejecutiva socialista señalaron que sus últimos estudios confirman la tendencia ascendente del PSE, el estancamiento del PNV y un «preocupante» descenso del PP. Este crecimiento socialista se alimentaría de un sector de los nacionalistas moderados, «algo» del electorado popular y «un poco» del de Ezker Batua-IU.

Un trasvase que ya se dio en las últimas elecciones generales, y cuyos resultados, aunque no son extrapolables a una convocatoria autonómica, sugieren un estado de ánimo. Si se trasladan los resultados del pasado 9 de marzo a este 1 de marzo los guarismos son abrumadores; con aquellas cifras, el PSE obtendría 33 escaños; el PNV, 20; el PP, 16; Ezker Batua, tres; Eusko Alkartasuna, dos; y Aralar, uno. El dato está ahí, dicen los socialistas y subrayan que en los anteriores comicios al Parlamento vasco dieron un buen mordisco a la diferencia con los nacionalistas, que perdieron cuatro escaños mientras el PSE ganó cinco.