El Falla
Actualizado:Si encuentra raro este artículo, no se preocupe, yo también. No sé, piense que mañana es febrero. Además, me he puesto tibio de tele esta semana (pechá Onda Cádiz, ío). Por cierto, qué bueno lo de Zetapé, «¿Qué le quita a usted el sueño?», iba a decir el café, pero como no era La verdad de su vida coló otra cosa, fuera a dar pie a otro cachondeo con el cafelito... A lo que voy: Dicen que desde los tiempos de Salomón y la reina de Saba andan, los judíos por aquí, y que como entonces la tierra era plana y temían que el cielo terminara en una pantalla de metacrilato, no había aeropuerto (fíjate que a lo mejor no existía ni la azucarera) y por eso cruzaron las procelosas aguas del Estrecho, con cuidao, fueran a terminarse, cogieron la primera a la derecha, como el que va al excusado en los bares (menos en Carnaval, que plantan un mostrador delante de la puerta y to quisqui se excusa en la calle) y así fue como llegaron a Cádiz, rebujaos con los fenicios. Nada más hay un vestigio, un anillo que perdió uno el siglo VIII a.C.. Algo es algo (a ver quién carajo encuentra el anillo de un chicuco el siglo XXX). Y lo que son las cosas, cuando redondearon la tierra encontraron un motivo pa echarlos, lo que pasa es que muchos se hicieron conversos y se quedaron con nosotros... Eso fue en 1492, cinco siglos hemos tardao nosotros en quedarnos con ellos, tú, porque vamos, hay que tener arte pa venderles un millón de euros en pistolas de plástico a los israelíes (me huelo que El Millonario ha hecho el agosto...) En uno de los descansos en que la alcaldesa que no te deja descansar se lo conté a mi parienta, «Qué buen material pa un par de cuplé». Me lo echó por tierra, quillo, «Te quieres dejá ya de tragarte toa las actuaciones, que te vas a volver majara...?». Y me ha hecho reflexionar; ahora soy purista converso: Para ir al Falla debiera haber una preselección (eso sí, que la televisaran).