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ANÁLISIS

Deflación, un riesgo real

El recorte de los precios al consumo ha alentado la preocupación sobre la posible entrada en deflación de la economía española. El riesgo es muy real, aunque el dato clave no sea tanto la acelerada evolución a la baja del IPC como los indicadores del Índice de Precios Industriales, que certifican que la disminución de los precios se está produciendo de forma pronunciada y continuada por efecto de la caída del coste de las materias primas y de la mano de obra, originada a su vez en el desplome de la actividad económica en todo el mundo. Así que el peligro de que España se vea sumergida en una espiral deflacionista es cada vez más palpable, amenazando con agravar una situación tan crítica como la actual. Por un lado, la deflación incentiva la liquidez al retrasarse las decisiones de compra de los consumidores y empresarios, expectantes ante la promesa de precios aún más bajos. Por otro, agudiza el problema del endeudamiento, porque lo que se compra ahora puede perder valor con el paso del tiempo al incrementarse los tipos de interés reales. Y por último, las empresas, sin capacidad para fijar precios, se encuentran con presiones a la baja en los márgenes de beneficios que disminuyen las opciones de arriesgarse con nuevas inversiones.

MANUEL PORTELA
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La larga década que lleva Japón atascado en la deflación constata que las soluciones a la misma son muy complejas y pueden redundar, como en el caso del país nipón, en un abierto desastre. La teoría dice que o se reduce la oferta o se expande la demanda. El primer remedio suele ser lento y desemboca en un repunte del desempleo. El segundo se topa con el obstáculo de que los tipos de interés no están en condiciones de caer por debajo de cero pero los precios sí, de modo que la política monetaria puede llegar a ser restrictiva aunque los tipos de interés nominales sean cero; es la llamada 'trampa de la liquidez'. De ahí que la receta pase por generar inflación mediante el recorte de los tipos de interés -algo que el Banco Central Europeo ha tardado en hacer de manera muy irresponsable-; el aumento de la masa monetaria; o la compra de bonos públicos y corporativos, la medida por la que acaba de apostar la Administración Obama. Aunque también ayudaría, en nuestro caso, que el Gobierno dejara de lanzar mensajes contradictorios sobre la necesidad de consumir mientras se admite, por la vía de negarlo, el riesgo de la deflación.