OPINIÓN

Más fachada que espalda

Deberíamos cambiar esta popular frase al hablar de ciudad. La podríamos usar también para referirnos a algunos de los políticos que hay hoy en día. Algo muy común en la demagogia -campo que 'dominan' los oradores- es tratar los problemas añadiendo componentes sentimentales: tocar la fibra sensible a las personas (o votantes, que al fin y al cabo es lo que somos para ellos) es una estrategia que nubla la razón, como cuando nos enamoramos de la persona equivocada y nuestro alrededor, e incluso nuestra cabeza, sabe que te vas a pegar el batacazo del siglo.

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Algo así está pasando en Cádiz con el edificio de Aduana: a) Alguien se ha enamorado de él sin hacer caso a la razón. Y yo creo que la persona que ha caído en las redes del amor es un adolescente con las hormonas más alteradas que las de la 'troupe' de Física o Química. Es una chica incrédula bajo los influjos de James Dean en Rebelde sin Causa. Una persona que con tal de llevar la contraria a sus padres, es capaz de hacer «cualquier cosa por amor».

Resulta que el 'chico' del que se ha enamorado es una persona sin inquietudes, sin pasión por la vida, que tuvo un pasado bastante movidito y que por culpa de éste aún sigue teniendo algo de interés de cara a la sociedad. Tiene una fachada bonita, según muchas personas que intentan ver lo bonito dentro de lo que no lo es; pero fuera de contexto y que incluso cuando nació, ya no estaba de moda. Hablar con él es gratificante, puesto que es como un abuelo, con muchas batallitas que contar, pero que no tiene los pies en el suelo, sino en un mundo paralelo, obsoleto e irrelevante. Vive del cuento de ese pasado que muchos quieren borrar, pero que él, con tal de buscar tirón, se disfraza de intelectual, engañando a muchos de sus -en teoría- detractores, para que le den la mano a él y luchar contra los padres de su amada. En definitiva, es un farsante. Sus 'viejos' lo saben, pero ella... está enamorada.

El final de estos amores imposibles siempre es el mismo. No es la razón la que sale triunfadora, tampoco el amor. Son las cincunstancias y la vida quienes toman las redes de este culebrón que nunca acaba. El tiempo pone a todo el mundo en su sitio, sí; pero por culpa de este amor imposible, toda una sociedad se verá afectada por un capricho de adolescentes. Para otro juego está bien, dejemos que disfruten. Pero en esta ocasión, como los dejemos, ellos estarán ahí, riéndose de nosotros desde la Plaza de Sevilla por lo bobos que fuimos dejándonos engañar por unos 'niñatos'... Y mientras, el tren que debemos coger, irremediablemente se marcha porque dos "atracadores de espacios" nos interrumpieron el camino.