RECUERDO. Medvédev y un grupo de cadetes en la Academia Naval de San Petersburgo, en el cuartel general de la flota rusa del Atlántico. / AFP
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Rusia tiende la mano a Obama

El Kremlin congela su respuesta militar al escudo antimisiles de Bush para impulsar la distensión

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Rusia congelará su proyecto de desplegar misiles tácticos Iskander en el enclave de Kaliningrado, antigua Königsberg, a la espera de ver qué piensa hacer el nuevo presidente estadounidense, Barack Obama, en relación con la instalación del escudo antimisiles en Polonia y la República Checa. Así lo aseguraba ayer la agencia rusa Interfax, que citaba una fuente del Estado Mayor del Ejército ruso. La información, no obstante, no fue confirmada oficialmente por ningún responsable del Kremlin. El Ministerio de Defensa se limitó a decir que, sobre el terreno, no se ha colocado aún ni un sola lanzadera de proyectiles.

El plan de despliegue de los cohetes Iskander «ha quedado suspendido debido a que la nueva Administración norteamericana no está acelerando su programa de emplazar elementos de su escudo antimisiles» en el Este de Europa, aseguraba el responsable consultado por Interfax. La fuente añadió que, si Washington renuncia a su proyecto de escudo, «desaparece la necesidad de instalar los Iskander».

El pasado noviembre, al día siguiente de que Obama fuera elegido presidente, el primer mandatario ruso, Dmitri Medvédev, saludó su victoria anunciando que su país emplearía los cohetes Iskander para «neutralizar», en caso de necesidad, el escudo americano. Kaliningrado se encuentra en la misma frontera norte de Polonia, país que, en el marco del proyecto militar estadounidense, deberá albergar una base con 10 misiles interceptores.

Medvédev dijo también que los planes de desmantelamiento de tres regimientos de la División de misiles estratégicos Kozelsk, desplegada en la parte occidental del país, «quedan cancelados». El presidente ruso anunció un reforzamiento del papel de la Armada en la zona del Báltico y la entrada en servicio de un sistema de interferencias radioelectrónicas para impedir el normal funcionamiento del escudo, que incluye una estación de radar cerca de Praga.

La anterior Administración americana defendía la idea asegurando que se trata de proteger a Estados Unidos y a sus aliados europeos de un posible ataque con misiles por parte de países hostiles como Irán. En el Kremlin, sin embargo, existe el convencimiento de que el objetivo real de esas instalaciones es «debilitar el potencial defensivo de Rusia». La entonces secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, siempre argumentó que 10 cohetes en Polonia son algo insignificante.

La OTAN calificó ayer de «paso positivo» la renuncia rusa a desplegar los Iskander, en caso de que confirme definitivamente la medida. Por su parte, el Ministerio de Exteriores aseguró ayer que Rusia espera mucho de la primera reunión que mantengan sus respectivos presidentes, cuya fecha se fijará pronto. El portavoz de Exteriores, Andréi Nesterenko, estima probable que Medvédev y Obama se entrevisten el próximo 2 de abril en Londres en el marco de la cumbre del G-20. Según sus palabras, «hemos recibido señales de la Administración estadounidense que revelan un deseo de avanzar en la solución de los complicados problemas heredados del pasado».

Encuentro a la vista

La nueva secretaria de Estado, Hillary Clinton, intentó la semana pasada sin éxito contactar con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov. Según Washington, Clinton se propone viajar lo antes posible a Moscú para hablar de los problemas acumulados. Por fin el martes, Lavrov dijo estar dispuesto a mantener su primer encuentro, a ser posible, antes de la cumbre del 2 de abril.

Entre las cuestiones pendientes que deberán resolver están, además del escudo antimisiles, la tensión en el Cáucaso tras la guerra con Georgia y la renovación del Tratado de Reducción de Armamentos Estratégicos (START), que expira a final de año.