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Los JASP en el paro

CALLE PORVERA Amí lo que me quita el sueño no es el Ibex-35, que me suena demasiado lejos y del que, pese a que en economía todo está conectado, me cuesta calcular la repercusión que tiene en mi bolsillo. Sí me angustia algo más la falta de liquidez de los bancos, aunque la preocupación que me sube desde la boca del estómago se acaba convirtiendo en un sabor amargo cuando escucho a los políticos pedir a las entidades que a ver si pudieran, por favor, y sólo si no les parece mal y no es molestia, empezar a hacer circular los millones que el Gobierno ha puesto a su disposición y cuyo objetivo era que se concedieran créditos a las familias y las empresas.

MARÍA JOSÉ PACHECO ppacheco@lavozdigital.es
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Pero el dinero no llega, y desde las altas esferas de la banca y de la política se miran unos a otros tratando de averiguar lo que ha podido ocurrir para que suceda un hecho tan extraño. Claro que los curritos de a pie lo tenemos mucho más claro: el dinero lo tienen los de siempre, que incluso hablan estos días de beneficios, mientras algunas economías familiares no cuentan con ni uno de esos euros. Y si no, hagan la prueba: tengo un amigo que lleva más de un mes esperando para firmar una hipoteca.

Y como no hay liquidez, y nadie paga, las empresas se van al garete y con ellas los trabajadores. Sin olvidar a esos listos de siempre que aprovechan las aguas revueltas para hacer limpieza en la plantilla.

Tengo tres buenos amigos en paro. Los tres son de esos a los que llamábamos JASP (Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados) y que pese a que han currado a destajo y se han formado ahora sellan la cartilla del INEM. Nadie está a salvo, ni los más preparados, que primero tuvieron que lidiar con la realidad mileurista y que al final se toparon con la dura cara del paro.