La tregua pende de un hilo
Israel vuelve a bombardear Gaza después de la muerte de un soldado en el ataque más grave desde el alto el fuego
Actualizado: GuardarEl temor a una reanudación de los combates ayer sacudía de miedo Gaza, el mismo día en que se cumplía un mes del inicio de la ofensiva israelí que ha dejado más de 1.300 muertos en la Franja. En espera de lo peor, la población se acantonaba otra vez en el interior de las casas y organizaciones como la Agencia para los Refugiados de la ONU, -atacada repetidas veces durante la operación Plomo Sólido-, y retiraban a toda prisa la ayuda humanitaria del paso de mercancías de Karni hacia sus cuarteles en Gaza capital, ante el temor a una escalada de violencia. Los apagones sumían la ciudad en las tinieblas al cierre de esta edición, al igual que en los días más sangrientos de la reciente campaña militar hebrea.
El detonante del pánico lo constituía un ataque fronterizo, el más grave en diez días de tregua por separado, con un explosivo activado por control remoto y apoyado por disparos de lanzagranadas que hacía estallar al norte del cruce de Kisufim una patrulla militar israelí, matando a uno de los soldados e hiriendo a otros tres. «Es muy serio, no podemos aceptarlo, así es que responderemos», amenazó el ministro de Defensa, Ehud Barak, al tiempo que su aviación volvía a bombardear Gaza.
En los ataques murió un granjero en Deir al Balaj. Mientras, unidades de tierra del Ejército hebreo penetraron varios kilómetros en la Franja en busca de los autores de la acción. Por la tarde Israel daba por alcanzados a dos de ellos en una nueva operación aérea perpetrada en Jan Yunes. Hamás reconoció entre los heridos a uno de los suyos, Hussain Abu Shamia y retiró a sus hombres de las calles.
Enviado especial
Sin que exista certeza sobre si el ataque de Kisufim se produjo en suelo judío o palestino, ni tampoco sobre si el explosivo fue colocado o no recientemente, la muerte del soldado israelí incendiaba las hostilidades justo cuando Egipto, la noche anterior, daba por hecho un alto el fuego permanente entre las partes a partir del 5 de febrero. El incidente ensombrecía la llegada del primer representante de la era Obama, el enviado especial para Oriente Próximo, George Mitchell, cuya visita a Jerusalén y Ramala era, para muchos, el signo de que EE UU entraba en escena para bendecir ya una tregua sólida.
Bajo la denominación de Brigadas de la Yihad y Tawhid, una célula supuestamente vinculada a la Yihad Mundial y de ideología extremista pro-iraní reclamaba la autoría del atentado a través de la agencia de noticias palestina Ramattan. Sin dar completa veracidad a su comunicado, no obstante, el Ejército israelí insistía en destacar la necesaria intervención de Hamás en el ataque, con el argumento de que cualquier acción militar en la Franja por un grupo extraño estaría contando con el consentimiento islamista. «No importa quién disparó... Hamás controla Gaza y es responsable por todo lo que suceda. Cada vez que me disparen desde allí, coloquen una bomba, lancen un cohete o contrabandeen, Israel responderá», apuntalaba la ministra de Exteriores judía, Tzipi Livni
Uno de los líderes de Hamás, Mushir al-Masri, terciaba advirtiendo que «los sionistas son responsables de cualquier agresión que se produzca en Gaza», a la vez que recordaba que los suyos no están de acuerdo con un alto el fuego completo y permanente, sino sólo con una tregua temporal en la lucha, que no asfixie la tarea de resistencia de su Movimiento.
El gabinete de emergencia del Gobierno de Israel permanecía reunido anoche para determinar el siguiente paso a dar, si bien el diario Yedioth Ahronoth de Tel Aviv informaba en su edición electrónica de la decisión del Ejército de lanzar, incluso «sin luz verde del escalón político», «un duro mensaje a Hamás de que no van a tolerar este tipo de violaciones del alto el fuego».