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Malos humos en Belmont
Una localidad californiana prohíbe fumar a sus vecinos en todo el municipio, incluso en sus propias casas si no están aisladas
Actualizado: GuardarMás de la mitad de los Estados Unidos prohíben fumar en cualquier tipo de local público. Pero ahora la campaña contra el humo está llegando al último reducto que le queda a muchos fumadores: su propia casa. California vuelve a ser pionera en estas medias draconianas que hoy suenan disparatadas y mañana pueden parecer lo más normal del mundo, literalmente. ¿Se acuerdan de cuando decíamos que lo de prohibir el tabaco en los lugares de trabajo nunca funcionaría en España? Ejem, ya ven como todo llega.
La localidad que acaba de empujar los límites conocidos hasta esta nueva marca se llama Belmont, tiene 25.000 habitantes y está cerca de San Francisco. Allí Ray Goodrich, un anciano de 84 años con enfermedades de pulmón y una vida de alergias, inició el pulso contra una de sus vecinas que ha acabado sentando precedente. Goodrich asegura que ni los filtros de aire que instaló en su casa lograban eliminar todo el humo que le llegaba de su vecina, una fumadora empedernida de 72 años que ha dejado de hablarle. Pero no fue hasta que se declaró un incendio en una sala del edificio, avivado por un tanque de oxígeno, cuando decidió que era cuestión de vida o muerte. «Volví la esquina y vi una nube gigantesca de humo negro. Supe al instante que no duraría allí ni cinco segundos», dijo a The New York Times.
Su carta al Departamento de Vivienda incluía una súplica convincente: «Necesitamos vuestra ayuda. Si un perro ladra por la noche perturba nuestro sueño pero no nos mata. El humo de segunda mano sí nos está matando». Sus sucesivas visitas al Ayuntamiento, en silla de ruedas y con un tanque de oxígeno a cuestas, armado con sus narraciones personales de cuánto sufría por el humo ajeno que se colaba en su casa, hizo el resto. En poco más de un año había logrado que el Ayuntamiento aprobase una ley en la que se prohíbe fumar en cualquier parte de la ciudad excepto en casas y jardines completamente separados de sus vecinos y en algunas aceras y áreas designadas específicamente para fumadores. Quien comparte pared, comparte el aire.
La legislación más beligerante con el tabaco de todo el país pasó desapercibida durante el período de gracia concedido por las autoridades para que los caseros pudieran reescribir sus contratos, pero desde el pasado día 9 aplica una multa de cien dólares. Los rebeldes se están mudando a otros pueblos.
Y aunque la fuerza sancionadora de esta ley no tenga precedentes, son muchos los edificios de ciudades como Nueva York en los que los vecinos han impuesto medidas semejantes que impiden alquilar o vender los pisos a fumadores.Algo que en Belmont ha forzado a sus habitantes a vivir como delincuentes.