Culpables: los barómetros
La Agencia Estatal de Meteorología no ha tenido más remedio que defenderse de las acusaciones del ministro del Interior, que insiste en que sus predicciones del tiempo no fueron lo suficientemente catastróficas. Siempre que corren malos vientos hay que calcular que pueden ser peores los que les sucedan.
Actualizado:Si nos hubieran profetizado un tiempo aún peor no se habría asombrado nadie que fuera tan malo.
Cuando el viento corre más que Messi y las olas son más altas que la casa consistorial, Barcelona no es bona para nadie.
Hay miles de viviendas sin luz, pero la poca que hay se emplea para buscar culpables y el señor Pérez Rubalcaba, que no es ninguna fuerza de la naturaleza, sino un político hábil sobrevalorado por la mediocridad de sus colegas y rivales, descarga la responsabilidad en otros, que para eso están.
La lucha del ser humano con la Madre Naturaleza, a la que le gusta desmandarse de vez en cuando, demuestra que los dioses no son partidarios de los hombres, aunque nosotros los hayamos inventado en nuestro infinito desvalimiento.
A las deidades no les importamos nada. Les da lo mismo que pongamos letreros en los autobuses afirmando o negando su existencia, o que vayamos con flores a María.
Ahora, gracias a la multiplicación de la esperanza propiciada por el mago Obama, se vuelve a nombrar en serio Kioto.
Más de diez años evitando hablar frontalmente de una cosa, si bien se mira, se hace más largo que si se estuviera hablando siempre de eso, pero se trata de culpar.
Unas veces a los políticos y otras a los barómetros. Eso nos ahorra tener que aludir a la Madre Naturaleza, que no sólo se desmanda, sino que se desmadra.