Artes dramáticas
Las carteras andan medio vacías, pero los principales teatros del país han presentado los mejores números de los últimos años. Si, como decía el eterno rebelde Agustín García Calvo hace muy poquito en Cádiz, el pueblo continúa moviéndose por los impulsos del subconsciente, quizá el asunto tenga más que ver con la capacidad de adaptación de las especies que con cualquier motivación cultural o formativa. El ciudadano de a pie se ha dado cuenta de que, para aguantar el tirón y salir indemne de la masacre, hay que pisar el escenario cotidiano con un dominio absoluto de ciertas técnicas interpretativas fundamentales. No es casualidad que los poquitos que están manteniendo el tipo en medio de tanto jaleo sean Obama (lector de discursos), Penélope Cruz (actriz regulera), Manuel Chaves (Goya honorífico a toda una carrera, con glosa incluida a la prensa libre) y Evo Morales (versión andina de Los Lunnis).
Actualizado: GuardarEl escritor de Obama se reconoce autor de sus proclamas más celebradas y deja en el aire algunas preguntas: ¿Qué hay de mentira en todo lo demás? ¿Hasta dónde llega el personaje? Manuel Chaves, de visita en Cádiz, se postula para el Nobel con su escuela del doble rasero («Para que haya prensa libre, hacen faltan periodistas libres», firmó) y Evo Morales nacionaliza una petrolera el día antes de las elecciones (emponchado con todos sus avíos), aunque reconoce que no sabe cómo van a gestionarla (risas, que va de comedia).
De todos ellos, la peor intérprete, con diferencia, es Penélope Cruz. Hacía de española y le salió fatal. Por lo pronto, hasta tenía trabajo.