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CRÍTICA DE TV

Agujero negro

¿Podemos hablar/escribir, no ya por moda, sino por telúrica obligación, de otra cosa que no sea la crisis? El salmón de la prensa viene repleto cada semana de las recetas certeras o equivocadas para salir del gran agujero negro en el que se han convertido las finanzas, la producción, el consumo, la vida de las familias en paro. Hace tiempo -¿hace nunca? -que algunos no conocíamos una película de terror así, de las grandes, por pantalla y por dimensión global.

JAVIER MARTÍN-DOMÍNGUEZ
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Aun tapada por largos meses, la crisis se ha instalado con fuerza, y lo interesante de verdad no es leer y escuchar a los agoreros, sino buscar recetas maestras para que el mundo se mueva.

¿En qué dirección? Los primeros planes aquí fueron para salvar al ladrillo, y se sigue por los coches y los empleados de sus líneas de montaje. Igual que hay dobles opiniones sobre cómo rescatar a la banca, también las hay sobre la audacia que deberían tener los políticos y mejor los expertos que les iluminen para aprovechar la crisis y cambiar el ciclo.

Menos hardware (menos coches), y más conocimiento (más educación). Allá va la propuesta: dejemos en su justo punto a coches y casas, y dediquemos el esfuerzo del nuevo dinero público para fomentar el cine, la tele de calidad, los libros, los medios, sus contenidos, las producciones de juegos, de series, de documentales que nos eleven como país y nos permitan mostrarlo al mundo. Reforcemos la enseñanza de la comunicación y derivados.

Hagamos competitiva la cultura. Será más rentable que exportar coches, si se avanza en la visión estructural y pasamos de las subvenciones a la planificación ordenada de un sector de contenidos que con mayor dimensión y mejor dirección potencie la cultura del audiovisual español. Exportar la lengua y la cultura debe ser nuestro negocio postindustrial. Veremos la luz- en multipantallas -al final del agujero negro.