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LEDESMA. Un 'clásico' de la novela negra contemporánea. / V. L.
Cultura

«Obama sigue siendo un misterio: nadie sabe quién lo ha financiado»

El escritor, considerado uno de los mejores autores de novela negra del panorama nacional, presentó ayer en Cádiz 'El candidato de Dios'

DANIEL PÉREZ
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A los doce años acabó una novela y se plantó, muy contento, en una conocida editorial. Le dieron un par de palmaditas en la espalda y le avisaron: «No vuelvas hasta dentro de un par de décadas, chaval». A los 30 llevaba encima más de 200, aunque las firmaba como Silver Kane. Aquellos folletines de aventuras -«muy respetables, porque me dieron de comer»- le enseñaron la técnica necesaria para enganchar al lector en la primera página y «pegarlo al libro hasta la última». La crítica lo considera uno de los mejores escritores de novela negra del panorama nacional. Ayer, en Cádiz, presentó El candidato de Dios, una fábula inspirada en las elecciones norteamericanas en las que se pregunta qué pasaría si Jesucristo se presentara a presidente.

-Como izquierdista convencido, ¿ya le tocaba escribir una novela antiyanki y antireligiosa?

-Es cierto que soy de barrio obrero, de los que perdieron la guerra. Pero el periodismo me obligó a tomar cierta distancia -aunque fuera la justa- con respecto a la política. Ya no creo más que en las personas. Sigo siendo de izquierdas, claro, porque me sale de dentro. Pero esta no es una novela anticlerical ni antiyanki. Norteamérica tiene muchos defectos, pero también muchas virtudes. Entre ellas, la de hacer posible la libertad. En cuanto a la Iglesia, no arremeto contra ella, aunque hago un curioso juego teológico.

-¿Cree en la democracia?

-Creo en la democracia, pero la democracia requiere de un esfuerzo constante de todos y de un grupo honesto de políticos. Muchas veces no hay ni lo uno ni lo otro.

-Obama aparece en El candidato de Dios como personaje. ¿De él sí se fía?

-Continúa siendo un misterio por resolver: nadie sabe quién lo ha financiado. No tiene antecedentes. Ya veremos en estos cuatro años. Mira a Kennedy. Puede que quisiera hacer grandes cosas, pero para llegar hasta arriba quizá tuvo que prometer cosas a gente que luego no le perdonó que no las cumpliera.

-¿En El candidato de Dios prima el periodista sobre el novelista?

-Es un relato periodístico, aunque ficticio. Toda la novela está planteada como un reportaje... Un reportaje en el que aparece, por ejemplo, el Espíritu Santo...

-Tiene querencia por los seudónimos. ¿Qué le queda de Silver Kane, el rey de los kioskos?

-Queda la técnica. Intentar, por todos los medios posibles, que el lector no se aburra...

-La novela negra vuelve a estar de moda, pero ahora se insiste mucho en su capacidad para transmitir realidades sociales, sobre todo desde la trilogía de Millenium. ¿Le parece justo?

-Quizá lo novedoso de Larsson es que habla de un mundo completamente distinto al nuestro. Yo no podría escribir una novela en la que un marido presta a su mujer a otro tipo durante un par de semanas. El compromiso de la novela negra con lo social es anterior, viene de muy lejos...

-La censura lo llamó rojo y pornógrafo. ¿Se sintió aludido?

-Hombre, lo de rojo, qué quieres que te diga... Se veía. Pero lo de pornógrafo fue por escribir un pasaje en la que un chico tocaba la rodilla a una chica. Fui a preguntarle al censor personalmente qué tenía aquella escena inocente de pornográfica y me lo explicó así, bastante serio: «Es que por el contexto del pasaje está muy claro que el protagonista piensa seguir subiendo la mano». El Régimen, ya se sabe, que tendía al surrealismo...

dperez@lavozdigital.es