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VUELTA DE HOJA

Distintas soluciones

Hasta que la crisis no haga crisis se seguirán haciendo estadísticas sobre los destrozos que ocasiona. Ya son varios magnates, generalmente alemanes, que han tomado una decisión que no permite arrepentimiento: el suicidio. Los que ocupan los primeros puestos del ranking de la opulencia son los que menos soportan perder grandes cantidades aunque les queden otras todavía más grandes. La dimisión más sonora últimamente ha sido la del multimillonario Adolf Merckle, que llevaba un gran tren de vida hasta que una buen mañana se tiró a las vías de otro tren. Parece claro que la forma en la que nos afectan los acontecimientos es más decisiva que esos acontecimientos. Y cada cual tiene la suya.

MANUEL ALCÁNTARA
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Hablando de ricos de solemnidad, en una reunión donde comparecían muchos de ellos, el cardenal Murphy O'Connor profetizó solemnemente la defunción del capitalismo. Sus devotos no lo tomaron a mal porque ninguno de ellos cree tal cosa, del mismo modo que no les inquieta que su acceso al reino de los cielos ofrezca dificultades semejantes a las que tendría un camello para entrar por el ojo de una aguja o incluso para entrar en un coche de proporciones normales.

Lo menos malo que puede pasar es que la crisis dispare las visitas al psiquiatra. Peor sería que dispare las armas que tienen guardadas muchos ciudadanos que viven en los países superdesarrollados. La clientela más vulnerable, o sea, los que no tienen nunca razón, es muy sensible. Unos se quejan de tener exceso de trabajo y otros tienen miedo a perderlo. A veces son los mismos y han probado distintas soluciones. Incluso distintos psiquiatras, que a veces nos parece buenísimo un médico simplemente por discrepar del tratamiento del anterior.