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La propina también entra en crisis
El bote de los restaurantes y bares se convierte en un buen termómetro para medir la recesión económica
Actualizado: GuardarLa crisis económica ha dejado de ser una amenaza inminente para convertirse en una realidad palpable. Jerez vive con especial preocupación esta circunstancia al acumular más de 25.000 parados. Muchos de ellos trabajaban en el sector servicios, antes de pasar a las listas del desempleo del SAE, pues la hostelería también está notando un descenso de ingresos de una manera considerable provocado porque los ciudadanos se han apretado el cinturón, y la primera medida tomada ha sido dejar de salir con tanta asiduidad.
Después de haber vivido un largo periodo de solvencia económica, la recesión hace mella en el sector y un buen termómetro para medir su impacto en los bares y restaurantes jerezanos es la cantidad de dinero que reciben los camareros por propinas. En este sentido, la mayoría de sus trabajadores no dudan en asegurar que en el último año los ingresos por este concepto han descendido de manera considerable, aunque también hay opiniones divergentes.
Por ello, se puede decir que la pequeña ayuda que recibían en épocas de bonanza económica ha pasado a mejor vida, al menos de momento, porque tanto los jerezanos como los visitantes se lo piensan mucho más a la hora de dar un incentivo a los camareros cuando consumen fuera de casa. No obstante hay excepciones, especialmente en los negocios enfocados al turismo internacional, que tiene una mayor costumbre de dejar cantidades importantes para el bote, pero por lo general la generosidad y el consumo medio de los clientes se encuentra en horas bajas.
De alguna forma estos ingresos extras sirven para complementar la nómina, habitualmente mileurista, generando una media aproximada de unos cincuenta euros, y lo cierto es que ahora los camareros miran con escepticismo y recelo como el bote está vacío o no llega a acumular demasiados fondos.
La mayoría de ellos lo achacan a la crisis, pero también al miedo generado en la sociedad actual a quedarse sin recursos en un futuro no demasiado lejano.
Si antes los clientes de un bar dejaban veinte o treinta céntimos al consumir una cerveza y una tapa, que les puede costar unos tres euros de media, ahora la situación ha cambiado porque muy poca gente muestra generosidad a la hora de dejar propina. Pese a todo, los camareros hablan de esta circunstancia de manera genérica pero también aseguran que los usuarios habituales siguen dejando algo de bote.
El hábito de no dejar propinas está relacionado de manera directa con la bajada considerable en las ventas, tal y como indican varios trabajadores del sector, porque aseguran que todo es una cadena y si la gente deja de consumir en los bares, lógicamente también desciende el dinero extra. Por ello, hablan con preocupación de que este asunto puede ser el pico del iceberg que vaticina otro descenso en el empleo de la hostelería.
Hay excepciones
No obstante, Jerez vive también los contrastes y como ocurre en otros ámbitos del mercado, no todos los consumidores tienen el mismo comportamiento. En los bares y restaurantes destinados a clientes de mayor nivel económico no se nota tanto la influencia de la crisis porque sus clientes pueden permitirse mantener el mismo ritmo de consumo que en los años de bonanza.
Otros, además de apuntar a la crisis como factor decisivo a la hora de que desciendan los ingresos, también indican que todos los comienzos de año son malos para el sector, ya que a la tradicional cuesta de enero, a la que los ciudadanos llegan muy limitados después del periodo vacacional y las rebajas, se une además el hecho de que la climatología no acompañe.
Consumir en la calle
Por ello, indican que la gente está acostumbrada a consumir en el exterior y les gusta disfrutar de una cerveza o un vino sentados en una terraza mientras disfrutan del sol.
En todo caso, bien sea por una u otra circunstancia, la situación no se presenta demasiado halagüeña para el futuro en la hostelería. Los propios trabajadores del sector reconocen que este mercado laboral no pasa por uno de sus mejores momentos y valoran positivamente la opción de mantener el empleo para aguantar los efectos de la crisis, a la espera de que regresen épocas mejores. Son los efectos del ajuste de cinturón al que se ha visto obligado el ciudadano de a pie para mantener el balance de cuentas de la economía casera.