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Un baño de felicidad
Ingrid Betancourt luce palmito en Miami en compañía de un desconocido acompañante siete meses después de su rescate
Actualizado: GuardarAquella imagen de Ingrid Betancourt esposada en mitad de la selva dio la vuelta al mundo. Con el semblante mustio y la mirada perdida, la famosa rehén era la viva imagen del desconsuelo. Privada de libertad, la ex parlamentaria colombiana languideció física y psicológicamente durante seis largos años. Más de 2.300 días de melancolía salvaje. Ésa fue su penitencia. Ahora, intenta recuperar el tiempo perdido. Convertida en un icono de la resistencia institucional contra los paramilitares de las FARC, la vida le sonríe desde su sonado rescate del pasado 7 de julio. No hay más que verla. Ha recuperado la alegría de vivir, su figura, el cariño de la familia... ¿Y el amor? Todo apunta a que sí, aunque lo más sorprendente del asunto es que el afortunado no es su actual marido.
A tenor del testimonio de un periodista que se topó con Betancourt en una playa de Miami, la ex candidata presidencial puede estar viviendo un tórrido romance con otro hombre. De las fotografías tomadas por el reportero y difundidas esta semana por la revista Caras Colombia no se puede sacar esa conclusión. Podría tratarse de un amigo. Pues no. La propia directora de la publicación, Patricia Fajardo, se ha encargado de proclamar a los cuatro vientos que el acompañante de la ex prisionera no es un mero compañero de baño.
El reportero confesó al semanario haber sido testigo de «las expresiones de cariño» de Ingrid con el varón. No han trascendido los detalles de ese afecto mutuo, pero se tratarían de las pruebas irrefutables del idilio.
¿Y quién es él? ¿En qué momento se enamoró de la popular ex líder política? El periodista aprovechó su condición de antiguo rehén de la guerrilla para acercarse a los protagonistas y conversar durante unos minutos. Sirvió de bien poco. Lo justo para recabar una pista: las conversaciones en francés de la pareja. «Desafortunadamente él nunca le fue presentado, así que no conocemos aún su identidad», lamenta Fajardo.
La distancia
Mientras Betancourt lucía palmito con un ceñido biquini blanco, sus hijos Lorenzo y Melanie Delloye disfrutaban de las olas montados en sus tablas de surf. La abuela materna -Yolanda- prefería tostarse en la arena. Una escena muy familiar en la que el padre de familia no estaba presente. Como en otras muchas parejas, la distancia ha hecho mella en la relación sentimental entre Ingrid y el publicitario Carlos Lecompte. El propio marido reconoció hace poco que el divorcio puede ser cuestión de días. Atrás quedan los desesperados intentos por comunicarse con su esposa con el fin de hacerla partícipe del estirón de los pequeños de la casa. A modo de regalo navideño, Lecompte llegó a lanzar 60.000 fotos de los dos hijos de la entonces rehén sobre las selvas del este de Colombia. Ella ya no las necesita. Tampoco a él.