El delantal más importante del mundo
Hablar del Bocuse de Oro no es hablar de una feria gastronómica como Madrid Fusion, ni tampoco de un congreso de estrellas Michelín. Hablar del Bocuse es otra cosa. Es intentar describir el certamen de cocina más prestigioso del mundo, un concurso que se celebra cada dos años y en el que compiten veinte países tras una dura clasificatoria. El concurso fue creado por el padre de la cocina moderna, de la nouvelle cuisine, el revolucionario y visionario chef francés Paul Bocuse en 1987 con el fin de poner un granito de arena en la evolución de la cocina creativa con raíces tradicionales. Y éste es precisamente su mayor reclamo.
Actualizado:El documental El pollo, el pez y el cangrejo real de López Linares (por cierto, última Caracola Alcances), muestra a la perfección los entresijos de este glorioso premio a través de la participación del cocinero Jesús Almagro, un protagonista que cambia de la ilusión y las ganas a los nervios, el estrés en instantes. Junto a él, un consejo de sabios chefs que trazan la mejor estrategia, y en la sala Shiva, una grada repleta de gente que, como si de un Mundial de fútbol se tratara, gritan, llevan banderas, e incluso se pintan la cara con los colores de sus naciones.
Pero, como en toda competición donde hay en juego tantos intereses (económicos, por ejemplo, porque en Bocuse garantiza reservas y mesas llenas por años), existen también los celos o los favoritismos. Por eso y porque juegan en casa, Francia nunca se ha quedado sin podio y España -actual país en la vanguardia más internacional con exponentes reconocidos como Ferrán Adriá- nunca ha pasado de un noveno puesto. «A ver si este es nuestro año». El reto está servido.