« Julio de la Rosa De niño cogía la raqueta para tocar la guitarra»
-Es muy joven, pero ya se le considera uno de los mejores compositores de este país. Vuelve a estar nominado en los Goya de 2008. Debió de empezar prontito.
Actualizado: Guardar-De pequeño cogía raquetas de tenis para tocar la guitarra y rompía perchas para tocar la batería -quiero decir, los cojines-. Con siete años me dio por escuchar música con auriculares y una vez me puse a gritar tan fuerte el estribillo de una canción (Banzaiiii...), que mi madre llegó corriendo muerta del susto, pensando que me ahogaba.
-Y se dio cuenta de que si no se dedicaba a esto, nunca sería feliz.
-Al año siguiente, en mi primera comunión, me subí a cantar a un escenario con el grupo de rock de mis hermanos. Se me olvidó la letra y acabé llorando a pie de escenario, vestido de marinerito. Tenía que sacarme esa espina...
-Resuma: ¿Cómo se hace la banda sonora de una película?
-La banda sonora de una película se hace pegando un hilillo sobre la tira de celuloide de la película en sí.
-Elija una B.S.O diferente para estos tres momentos de su vida: su primera comunión, su primera vez y su primer amor.
-Para mi primera comunión hubiese estado bien 24 Hour party people. Para mi primera vez, Este polvo es una ruina. Para mi primer amor, Taxi Driver, no porque por entonces fuera taxista, sino porque no tenía ni idea. Tampoco es que haya aprendido mucho...
-Imagine que le toca componer la banda sonora del 'biopic' de Obama. ¿En qué se inspiraría?
-No compongo para políticos.
-¿Y si fuera la de Aznar?
-Para payasos tampoco.
-Hace muy poco usted era casi un adolescente que tocaba con El Hombre Burbuja. ¿Ya ni se acuerda?
-Recuerdo que llevaba un peinado muy extraño y que quería irme a cualquier parte, a menudo incluso lejos de mí.
-¿Qué hace cuando no trabaja?
-Música. También me gusta asustar a las palomas y beber sangría en los parques. A menudo juego al tres en raya con mi chica y a la petanca con mis amigos.
-¿Los discos los prefiere en analógico o en digital?
-Afortunadamente, ahora han inventado unos campos de concentración musicales en los que las canciones están más que canijas, raquíticas, viven agolpadas unas con otras y despojadas a menudo de su propio nombre. Los llaman iPods y están ayudando mucho a que la gente oiga música como quien oye llover. Con lo que escuchar mala música ha dejado de ser un problema...