El blog y la firma
Gracias a la tecnología, ahora ya no es preciso el periodista intermediario, y las reglas de los partidos parecen obsoletas
Actualizado: GuardarLos socialistas gaditanos están lejos de aclararse. La semana que termina ha dejado un episodio que lo acredita y que tiene más valor simbólico que real. Cuatro militantes que forman parte de los grupos que reclaman la renovación han sido expedientados (vía periódico, según su testimonio) por incluir comentarios críticos, irónicos y nunca insultantes o manifiestamente despectivos en dos blogs. Los abrieron hace más de un año, pero han registrado una intensa actividad de entradas y visitas durante los últimos cuatro meses. Son los que han transcurrido desde que el PSOE local se debatiera entre los que admiten una prórroga para los que han perdido varias elecciones municipales frente al PP de Teófila Martínez y los que consideran que ya han tenido bastantes oportunidades, que el relevo es imprescindible.
Ganó la continuidad, pero los que piden caras nuevas nunca quedaron convencidos. Así lo manifiestan en esas bitácoras en la red que, a la postre, son la clave para crear dos debates: uno técnico y otro ideológico.
El que afecta a las ideas tiene más calado del que parece. Incluso, trasciende a los socialistas. El trasunto es la necesidad de limitar mandatos, de acotar el periodo de tiempo que las mismas personas pueden ocupar cargos, orgánicos o institucionales, de combatir que la política se convierta en una profesión (con todas las miserias que acarrea) en vez de ser un periodo de servicio comunitario, con retorno forzoso al ámbito privado.
Esa cuestión está pendiente en todos los partidos, en todos los ámbitos geográficos y en todas las instituciones españolas. Si Federico Pérez Peralta y Rafael Román (por mencionar dos nombres ligados a este debate concreto) han recibido una respuesta negativa en las urnas en más de una cita, deben dejar paso a otros. Las elecciones vienen a ser la única auditoría incuestionable en materia política. Sin embargo, la discusión va más allá de los nombres y las siglas. Los que aspiran a dar el relevo, a renovar los rostros del PSOE gaditano para cambiar tendencias y situaciones deben asumir la misma exigencia que tratan de aplicarles a los demás. Es decir, los Berasaluce, Narváez, Canle y Flores (junto a otros cientos) sólo transmitirán un mensaje creíble si también lo aplican en primera persona. Sólo si están dispuestos a someterse al mismo juicio.
Si pierden unas elecciones (dos a lo sumo) también deben entregar el testigo. Si las ganan, también. Si completan ocho años de labor al frente de los socialistas gaditanos, deben dar paso al equipo siguiente. Sólo así tendría crédito su apuesta.
De lo contrario, si alguna vez incurrieran en el mismo inmovilismo que denuncian, sólo serían más de lo mismo, otro capítulo de idéntico problema. Demostrarían que sólo querían sillones, no cambiar las cosas.
El debate también afecta al resto de partidos y administraciones. Todos deberíamos alcanzar un consenso para decidir que ocho años (o los que pactemos) son suficientes para desarrollar un proyecto y que resulta sano para la comunidad que, agotado ese periodo, al frente de un partido o de una administración, digan lo que digan las urnas, gente nueva venga a formar equipos distintos.
Resultaría reconfortante pensar que los partidos están pensando ya en el relevo de Chaves, de la alcaldesa de Cádiz o de Barroso, pero ahora mismo eso resulta política-ficción. El simple hecho de que todos estemos convencidos de que sus sustitutos aún están en Secundaria es una enfermedad para el pequeño sistema democrático provincial, andaluz y español.
INTERNET, OTRO IDIOMA
El debate técnico tampoco es baladí. La herramienta utilizada por estos militantes críticos o discrepantes es el blog, una plataforma nueva y directa. Conecta sin intermediarios al autor de un texto con el receptor. En periódicos, televisiones o radios, el militante descontento o cabreado tiene que competir por los favores de un redactor jefe, un editor o director, que también recibe presiones del «aparato». El medio decide quién y cómo aparece. En este caso, no.
Ahora, de pronto, cualquier persona abre una página y la usa para expresarse. Según su nivel de in-fluencia, la cantidad de amistades o la fuerza del contenido, ese mensaje se difunde sin ningún control añadido. Quizás, ese es el debate nuevo al que deben enfrentarse los partidos.
Cualquiera que haya seguido con algo de detenimiento la carrera de Obama hasta el Despacho Oval sabe que esto de los blogs y las webs ya no es una rareza, ni una anécdota para bichos raros con gafas de pasta. Cambian las herramientas, cambian los vehículos y, de pronto, las reglas de los partidos y del juego político parecen del Pleistoceno.
DISCULPAS POR LA ADUANA
Es lo que tiene escribir en caliente, con sinceridad, con las vísceras. Una vez transcurrida una semana y cuando ya se ha podido leer el informe íntegro que justifica la conservación del edificio (disponible al completo para que cualquiera saque sus propias conclusiones en www.lavozdigital.es) resulta conveniente corregir y matizar. Leído y escuchado todo lo escrito y dicho esta semana, sobre todo por los dos expertos de la Junta («el corazón tiene razones que la razón no entiende») es conveniente pedir disculpas.
El artículo publicado, en este mismo espacio, sobre la Aduana la pasada semana se quedó corto. Era pusilánime, cobarde, insuficiente y escaso a la hora de calificar la vergüenza que sufriremos todos por la iniciativa tramposa de unos cuantos. Le faltaba ira para describir el estado pamplinoso y comatoso en el que ha entrado esta ciudad paralizada, reconquistada por académicos, ateneístas y veteranos varios.
El escrito oficial de la Junta de Andalucía logra el prodigio de concretar el «valor sentimental». Lo fija en 3.000 firmas.
Mañana mismo me pongo a buscarlas para proteger el piso en el que vivo (por si no puedo pagar la hipoteca), el saloncito en el que perpetré mi debut sexual (por melancolía), la vieja tribuna del Carranza (por molestar) y hasta las antiguas casetas de la playa (por pedir...).
No creo que sea difícil reunirlas en una ciudad con 130.000 habitantes (y bajando). Además, seguro que nadie va a comprobar su veracidad. Si las consigo, podré proteger lo que me dé la gana, por mucho que moleste a mis vecinos. La Junta se pondrá de mi lado. Es tan sentimental...