Egipto ve agotada su capacidad de mediador en la región
Mientras que por El Cairo sigue desfilando lo más granado de la diplomacia internacional, incluidos representantes de Hamás e Israel, Egipto se encuentra en sus horas más bajas. La imagen del país ha sido vapuleada en manifestaciones y en páginas de periódicos en los últimos meses. La insistencia egipcia por mantener cerrado el paso de Rafah, la única frontera de Gaza con el exterior, incluso en los momentos de mayor virulencia de los ataques israelíes, ha sido vista por muchos como puro colaboracionismo con Israel.
Actualizado: GuardarPero también su capacidad negociadora ha sido puesta en duda. Si bien es verdad que la tregua de seis meses que acabó el pasado 19 de diciembre entre Israel y Hamás se forjó en El Cairo, muchos consideran que a Egipto se le ha acabado la gasolina. Gaza siempre ha sido un vecino incómodo para El Cairo. Especialmente desde que Hamás se hizo con el control de la Franja en 2007 y expulsó a los militantes de Al-Fatah, aliados de los países musulmanes más moderados. Tener un territorio bajo la influencia de Siria e Irán justo en las narices no ha sido del agrado del presidente Hosni Mubarak, temeroso de que el terrorismo se extienda a los Hermanos Musulmanes, la mayor fuerza opositora en el país del Nilo. «Pero el recelo egipcio no es tanto a Hamás, sino a las potencias que lo protegen, como Irán», señala Diaa Raswuan, analista del Centro de Estudios Estratégicos y Políticos Al-Ahram de El Cairo. Para este experto, detrás del conflicto en Gaza está el choque entre las potencias. «Todo el problema viene de Irak, del conflicto entre suníes y chiíes, y entre países que ganan relevancia e influencia como Irán, y otros que la pierden, como Egipto», opina Rashwan.