Gallardon y Aguirre se saludaron en el Foro con un beso. / EFE
ESPAÑA

Gallardón se erige en paladín de la unidad ante Aguirre

Los populares fingieron que no pasaba nada en sus discursos ante los militantes abatidos

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El primer Foro Abierto del PP tenía ayer como objetivo lanzar la nueva imagen de Mariano Rajoy y un mensaje de partido moderno. Sin embargo, el escándalo del espionaje en Madrid sobrevoló todo el encuentro y los dirigentes fingieron sus discursos ante unos militantes abatidos.

Alberto Ruiz-Gallardón, en pleno enfrentamiento con la presidenta de la Comunidad, se erigió en el adalid de la unidad del partido. Esperanza Aguirre se refugió en la gestión económica contra la crisis y la defensa de los principios y valores ideológicos del PP «desde el recuerdo emocionado a María San Gil».

Nada nuevo en el contraste entre los planteamientos políticos de «radicales» y «moderados». El mismo enfrentamiento de siempre agudizado, en esta ocasión, por las sospechas y acusaciones de espionaje entre unos y otros. Mientras su gente pedía que rodaran cabezas en la Comunidad, el alcalde llamaba a la unidad «en un gran abrazo que tiene que superar todas las divisiones». Acudió a las esencias -al PP de Aznar y al de Fraga-, recurrió al recuerdo del 11-M -«cuando el dolor se nos pegaba al pecho como una membrana que no nos dejaba respirar y supimos sobreponernos»- y pidió «remar en la misma dirección» para dar paso a los más jóvenes, representados por el discurso del presidente de Nuevas Generaciones, Ignacio Uriarte.

Frases directas

En un mensaje transversal, copiado de Obama, Gallardón llamó a sus compañeros de partido a «acabar con las dicotomías antiguas», momento en el que disparó uno de sus dardos a Aguirre al afirmar que «hoy no es día de enfrentar lo público y lo privado y a España con sus comunidades autónomas». «No dividir la sociedad en bandos», «no levantar trincheras», «unirnos y convocar a todos», «remar en la misma dirección», fueron algunos de sus deseos. Cristalizaron en la defensa de «una nueva política que es la que tú, presidente -le dijo a Rajoy-, empezaste a marcar en el congreso de Valencia».

Aguirre, la gran perdedora de aquel congreso, se aferró a su discurso de siempre. También emuló a Obama, pero sólo en el telepronter, que le indicaba el camino a seguir para defender «los principios morales, los valores y la ideología» del PP de siempre. Repitió mecánicamente sus recetas para superar la crisis, arremetió sin mucha pasión contra José Luis Rodríguez Zapatero y ocultó sobre el escenario el escándalo que la afecta.

La presidenta dejó de fingir en los pasillos y, cada vez que saludaba a alguno de los dirigentes de su partido, bromeaba con el caso de los espías. «¿Qué tal?», le preguntó la ex presidenta del Congreso Luisa Fernanda Rudi. «Ya ves, capeando el temporal, aunque hoy parece que amaina», le respondió la presidenta. Lejos de rebajar el tono o sentirse afectada por las protestas de sus detractores que exigen dimisiones en sus filas, Más bien, prefirió contraatacar y subir el diapasón de la tensión interna.