REFLEXIONES

Manchester city

Debo confesar que en esto del fútbol soy algo exótico, polémico y contranatura. Para algunas cosas soy bastante clásico y tradicional, pero para otras me gusta romper con lo establecido, con lo que todo el mundo considera lo normal.

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Mis amigos me recriminan que me caiga simpático el Manchester City. ¿Cómo puede gustarte un equipo que no tiene espíritu, en el que casi todos los jugadores son unos mercenarios que corren porque un árabe les está untando de pasta?, me preguntan.

Por eso mismo me gusta. No porque sean unos mercenarios, sino porque en el fondo de nuestros corazones a todos los futboleros nos gustaría ser Sulaiman Al-Fahim. Sí, ése al que no le importaría gastarse más de 200 millones en conseguir los servicios de Kaká, que acaba de fichar a Craig Bellamy y en verano se llevó a Robinho a tierras inglesas. ¿Os imagináis con el poder monetario para hacer un equipo como si estuvieras jugando al PC Fútbol? Eso, como diría el anuncio, no tiene precio.

Sí, ahora todos me diréis que un equipo no se hace a base de talonario, que por muchas estrellas que contrates puedes estar a 25 puntos del líder en el ecuador de la competición, como es el caso, y tal. Es posible, pero como el City fiche a Kaká o a uno por el estilo y los jugadores vean que la cosa va en serio y que el proyecto deportivo se puede asemejar al del Chelsea del último lustro no van tardar mucho en salir voluntarios dispuestos a renunciar a dinero para subirse al barco de los títulos.

Con una estrella como Kaká, lugartenientes como Robinho, Elano, Kompany o Bellamy, y tres o cuatro fichajes más de jugadores jóvenes, pero que todavía no están en el top ten mundial -del tipo de Diego, del Werder Bremen, Xabi Alonso, del Liverpool, Aaron Lennon, del Tottenham, y Pazzini, de la Fiorentina- darían miedo. Bueno, y con otro entrenador que no fuera Mark Hugues. Ya sólo me queda coger el joystick para jugar.